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viernes, 27 de septiembre de 2019

Matutina de Adultos : Septiembre 28, 2019

ORACIÓN DE UNA MADRE


Entonces se le acercó la madre de los hijos de Zebedeo con sus hijos, postrándose ante él y pidiéndole algo Ordena que en tu reino se sienten estos dos hijos míos, el uno a tu derecha, y el otro a tu izquierda. Mateo 20:20, 21.


¿Te afanas por los altos cargos en la iglesia?

En cualquier otra ocasión, este pedido de una madre que ambiciona lo mejor para sus hijos habría resultado natural, y hasta simpático. Sin embargo, en este caso, ella no captó lo que verdaderamente estaba sucediendo en aquel instante: Jesús había apartado a sus discípulos para anunciarles su muerte (Mat. 20:17-19).


La respuesta de Jesús no se hizo esperar. Lo interesante fue que el Maestro no le respondió directamente a la madre de Santiago y Juan, sino a todos los discípulos. Conocía las intenciones de cada uno de ellos. «No sabéis lo que pedís», les respondió (vers. 22). Creían que podían beber la copa de Cristo, pero no podían. Entendieron las palabras de Jesús mucho después.

Jesús no les dijo que no había un lugar para alguien a su derecha o a su izquierda. Solo les dijo que él no sería quien otorgaría esa posición. Más bien, aquellos lugares de honor serían para quienes el Padre eligiera (vers. 23); es decir, en el cielo habrá lugares que honren a quienes los ganaron con sus vidas.

No tenemos nada que hacer para alcanzar la salvación. Somos salvos por la fe en Cristo, por la gracia maravillosa de Dios, por ese don que él nos concedió. No obstante, tu posición, tu recompensa en el cielo, estará determinada por lo que hagas aquí en la Tierra. El cielo, como la salvación, será un don exclusivo de la gracia divina, pero lo interesante es que tú y yo estamos desarrollando en nuestra vida los talentos y los dones que Dios nos ha dado con un propósito eterno. No buscamos premios, pero sabemos que los tendremos. Pablo dice: «Prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús» (Fil. 3:14).

¡Tienes algo que ganar en el cielo si lo pierdes en la Tierra! Que tu oración secreta, diaria y profunda alimente tu anhelo por Jesús, el don más precioso.

Oración: Señor, quiero verte cada día en oración.

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