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viernes, 11 de enero de 2019

Matutina de Damas : Enero 11,2019

LA BONDAD DE UNA PRINCESA


Cuando la abrió, vio al niño; y he aquí que el niño lloraba. Y teniendo compasión de él, dijo: “De los niños de los hebreos es este”. Éxodo 2:6.


 
La historia de las civilizaciones se encuentra adornada por ciertos actos de personajes singulares. La hija del faraón es una de esas personas que, en determinado momento y sin importar las consecuencias, se ubicaron del lado de la justicia. La Biblia ni siquiera menciona su nombre, solo se refiere a ella como la hija del faraón.

Bajo el designio divino, la singular acción de la hija del faraón consistió en convertirse en la rescatadora de quien luego sería el libertador provisto por Dios para sacar de Egipto al pueblo hebreo.

La Escritura es enfática. Ella sabía que el niño al que estaba salvando de las aguas era uno de los cientos de niños hebreos a los que su padre había condenado a muerte. Con osadía y sin titubear, esta princesa egipcia resolvió en su corazón salvar a ese pobre e indefenso niño, aun a expensas de ir contra las órdenes expresas de su propio padre.

Uno de los dones que Dios nos ha concedido a las mujeres es el instinto maternal. Este instinto te hace sentir preocupación y ternura ante una criatura pequeña y desvalida. Aunque la princesa tenía ventajas y recursos, su decisión no fue fácil. No sabemos su edad, su estado civil ni ninguna otra información personal de ella. Moisés no se explaya en la personalidad y el carácter de su madre adoptiva, pero podemos deducir que esta princesa enfrentó cuestionamientos, burlas, amenazas, calumnias, rechazo y quizá desprecio por haber tomado la decisión de adoptar un niño hebreo. Lo precioso de esta historia es que el amor y la bondad triunfaron sobre un entorno hostil.

¿ Qué hubieras hecho tú en una situación como esta? ¿Hubieras mostrado bondad hacia un ser desconocido? ¿Hubieras sido capaz de enfrentarte al “qué dirán”? Conceptos como el racismo, el prejuicio, la avaricia, el exclusivismo o el clasismo no deben arraigarse en la vida de una seguidora de Cristo. La princesa no se detuvo ante las dificultades que hubiera podido causar su decisión. No consideró su estatus como un impedimento para hacer el bien. La bondad es fruto del Espíritu Santo y solo puede producirse en un corazón dispuesto a escuchar la voz de Dios y a poner en marcha el plan trazado por el divino Maestro. ¡Sé bondadosa hoy!.—

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