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viernes, 11 de enero de 2019

Matutina de Adultos : Enero 11, 2019

Oración por compañía


Moisés respondió: Si tu presencia no ha de ir conmigo, no nos saques de aquí. Éxodo 33:15.


De dónde sacó Moisés poder para guiar a esa horda de esclavos en las condiciones más adversas de vida? ¿Cómo guio a esa gente a través de los peligros del desierto hasta la Tierra Prometida sin que acabaran con él?

Pobre Moisés. ¡Qué paciencia para soportar a su pueblo! El líder más extraordinario de la historia de la humanidad tuvo que sacar de Egipto a un millón de esclavos quejumbrosos y guiarlos a través del desierto hasta Canaán. Para liberar a los hebreos, peleó con el faraón, arriesgó su vida, y finalmente, entre portentos y milagros divinos, salió camino a un destino desconocido.

La vida es paradójica: la paciencia es la fortaleza del que se sabe débil; y la impaciencia, la debilidad del que se cree fuerte. Moisés se sabía débil, por eso buscaba al Todopoderoso. Y, aunque la Biblia relata que tuvo un momento de flaqueza cuando golpeó la roca (Núm. 20), en el largo viaje hacia la Tierra Prometida, Moisés fue amigo de Dios.

Moisés oraba. Hablaba con su Dios. Tenía un lugar donde se reunía con él: “la tienda del encuentro con Dios” (Éxo. 33:7). ¡Jesús desea reunirse cada día contigo! Ahí está el secreto del poder interior. Moisés sabía que todo su esfuerzo sin Dios se reduciría a una trágica pesadilla. Por eso, le dijo a su Señor: “Si tú mismo no vas a acompañarnos, no nos hagas salir de aquí” (Éxo. 33:15, DHH). Y Dios le respondió: “Está bien, haré lo que me pides, pues cuentas con mi favor y te considero mi amigo” (vers. 17, DHH). Jesús es nuestro amigo!

Moisés no fue el único ser humano con una necesidad imperiosa de la presencia de Dios. ¡Cuánto bien nos hace hablar con Dios cada día para enfrentar la vida!

En tus días grises, en tus soledades, cuando tu corazón desfallece, cuando tu alma está hambrienta de esperanza, recuerda esta frase: “Yo estoy contigo” (Gén. 28:15). Dios te promete protección (vers. 15, 20), transformación (l Cor. 15:51), prosperidad en la adversidad (Gén. 39:2), poder para triunfar (1 Sam. 18:14), valor para vencer el miedo (Deut. 31:6, 8), ánimo y confianza (1 Crón. 28:20).

Oración: Gracias, Señor, porque me buscas cada día y me fortaleces.

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