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miércoles, 26 de julio de 2017

Matutina de Damas : Julio 26, 2017

Evidencias de la actividad Divina


«Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos, ni estuvo en camino de pecadores, ni en silla de escarnecedores se ha sentado, sino que en la ley de Jehová está su delicia y en su Ley medita de día y de noche» (Salmo 1: 1-2).


Me impresiona la manera en que el Espíritu Santo guía las mentes de las madres que se colocan en sus manos para criar a sus hijos. En libros devocionales, leo acerca de experiencias similares a la mía de mujeres de todo el mundo, aunque no nos conocemos. Pero Dios nos conoce.

Cuando nací, mi mamá ya tenía cuarenta y dos años, por lo que cuando fui adolescente ella era más una abuela que una madre. Una mujer sencilla; viuda. Pero siempre tuvo una relación profunda con Dios y una sabiduría que solo podía venir del Espíritu Santo, guiándola en todas las cosas relacionadas con ella misma y con sus hijas, mis dos hermanas menores y yo.

En cierta ocasión, en el pueblo en que vivía se organizó una fiesta con cantantes seculares. Mis amigos querían que yo fuera; estaban dispuestos a pedir permiso a mi madre. Pero decidí preguntarle yo misma. Cuando pedí permiso a mamá para asistir al concierto con mis amigos, en lugar de discutir conmigo, simplemente me pidió que leyera el Salmo 1 y que luego tomara mi decisión. iQué sabia fue, con la sabiduría que emana del Cielo!

Hoy, como educadora, sé que no podría haber una manera más sabia de interactuar con una adolescente. Aunque había sido bautizada a los diez años, ese momento de convicción luego del consejo de mi madre fue mi verdadera conversión. La responsabilidad de decidir estaba en mis manos. Sé que mamá estaba orando en ese momento, ya que las palabras del salmista se clavaron en mi corazón y pesaron en mi mente. Ya había leído el salmo con anterioridad, pero nunca había tenido tanto significado como en aquel momento de decisión. Las palabras se repetían vez tras vez en mi mente: «En la ley de Jehová está su delicia y en su Ley medita de día y de noche». ‘LESO era! Repentinamente comprendí: mi deleite debe estar en la Ley del Señor.

El Espíritu Santo sigue trabajando en las mentes de las madres piadosas que claman por sabiduría celestial al criar a sus hijos. Por tanto, madre, si te falta Sabiduría, pídesela a Dios, y él te la dará, pues Dios da a todos generosamente sin menospreciar a nadie (ver Sant. l: 5).

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