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miércoles, 26 de julio de 2017

Matutina de Adultos : Julio 26, 2017

No lo toques, no lo pruebes


«Teme al Señor y huye del mal, Esto infundirá salud a tu cuerpo y fortalecerá tu ser». Proverbios 3: 7-8,


ES RESPONSABILIDAD de las madres ayudar a sus hijos a adquirir hábitos correctos y gustos puros. Eduquen el apetito; enseñen a sus hijos a rechazar los estimulantes. Críen a sus hijos de modo que tengan fortaleza moral para resistir al mal que los rodea. Enséñenles a no dejarse desviar por nadie, a no ceder a ninguna influencia por fuerte que sea, sino a ejercer ellos mismos influencia sobre los demás para el bien.

Se hacen grandes esfuerzos para acabar con la intemperancia; pero muchos de ellos no están bien dirigidos. Los reformadores de la temperancia deberían estar apercibidos contra los pésimos resultados del consumo de alimentos malsanos, de condimentos, del té y del café. Deseamos buen éxito a todos los que trabajan en la causa de la temperancia; pero los invitamos a que observen más profundamente la causa del mal que combaten, ya que sean ellos mismos consecuentes en la reforma.

Hay que recordar a la gente que el equilibrio de sus facultades mentales y morales depende en gran medida de las buenas condiciones de su cuerpo. Todos los narcóticos y estimulantes artificiales que debilitan y degradan la naturaleza física tienden también a deprimir la inteligencia y la moralidad. La intemperancia es la raíz de la depravación moral del mundo. Al satisfacer sus apetitos pervertidos, el ser humano pierde la capacidad de resistir a la tentación.

Los que trabajan en favor de la temperancia tienen que educar a la gente en este sentido. Enséñenle que la salud, el carácter e incluso la vida, corren peligro por el uso de estimulantes que excitan las energías exhaustas para que actúen en forma antinatural y espasmódica.

En cuanto al té, al café, al tabaco y a las bebidas alcohólicas, la única conducta exenta de peligro consiste en no tocarlos, ni probarlos, ni tener nada que ver con ellos. El efecto del té, del café y de las bebidas semejantes es comparable al del alcohol y del tabaco, y en algunos casos el hábito de consumirlos es tan difícil de vencer como lo es Para el borracho renunciar a las bebidas alcohólicas. Los que intenten romper con estos estimulantes los echarán de menos por algún tiempo, y sufrirán por falta de ellos; pero si Perseveran, llegarán a vencer su ardiente deseo, y dejarán de echarlos de menos. La naturaleza necesita algún tiempo para reponerse del abuso a que se la ha sometido; pero désele una oportunidad, y volverá a rehacerse y a desempeñar su tarea noblemente y con toda perfección.— El ministerio de curación, cap. 26, pp. 229-230.

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