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lunes, 3 de octubre de 2016

Matutina de la Mujer: Octubre 3, 2016

La cultura de lo inmediato


«Reconócelo en todos tus caminos, y él allanará tus sendas» (Prov. 3: 6, NVI).



RECUERDO CUANDO descubrí que es un atajo. Era muy niña aún, y estaba yendo de la casa de mi abuela a la de mi amiga Olivia cuando alguien me preguntó por qué iba por aquel camino si había
otro más corto. Y me lo enseñó. En verdad el otro camino, aunque estrecho y pedregoso, era mucho más rápido. Desde entonces mi mente se abrió al concepto de atajo: un modo de hacer las cosas o ir a los lugares más directo, más corto, más rápido, que requería menos esfuerzo y, por tanto, que era mejor. Al menos así me lo enseñaron, como algo mejor. Y así lo interpreta también nuestra sociedad: el que llega antes, con menos esfuerzo y gastando menos, es más listo y más exitoso.

Y esta es la filosofía moderna de la vida. ¿Por qué utilizar un horno convencional cuando el microondas ahorra muchísimo tiempo? ¿Por qué ir al super mercado y cocinar cuando, sin bajarme del auto, puedo comprar comida rápida y barata? ¿Por qué tomarme la molestia de lavar mi auto si en tres minutos, en una máquina automática, está hecho por un módico precio? De lo que quizás pocos se dan cuenta es de que, por utilizar esos atajos, se están dejando de lado cosas tan importantes como comer sano o cuidar bien de nuestras cosas.

En esto de la religión, lo más inteligente no es querer alcanzar metas utilizando atajos. Piensa en el caso de Sara, que no supo esperar el cumplimiento de las promesas de Dios y tornó un atajo de consecuencias sumamente negativas (ver Gén. 16). O en el de Saúl, que no tuvo paciencia para esperar la llegada del profeta Samuel y presentó un sacrificio a Dios violando los preceptos divinos (ver 1 Samuel 13, 14).

No hay caminos fáciles que conduzcan a la grandeza. El esfuerzo, la perseverancia, la dedicación, la concentración pese al cansancio, el trabajo silencioso diario, tipo hormiguita y, sobre todo, la confianza serena en Dios, son los que dan los mejores resultados.

La cultura de lo inmediato, de ver los resultados aquí y ahora, no ayuda nada al desarrollo del carácter cristiano. En contraste, el cristianismo es más bien la cultura de lo trascendente. Al gran Chef del universo le gusta cocinar a fuego lento.

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