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lunes, 3 de octubre de 2016

Matutina de Adultos: Octubre 3, 2016

“UNA MOVILIZACIÓN TAN GRANDE COMO UNA BALLENA – 1”


«Levántate y ve a Nínive, aquella gran ciudad, y clama contra ella, porque su maldad ha subido hasta mí». Jonás 1: 2



LA MAYORÍA DE LOS SÁBADOS en mi iglesia hay cuatro generaciones que se reúnen para adorar. La generación de los que sirvieron en la Segunda Guerra Mundial (los nacidos en las décadas
de 1920 y 1930), los nacidos durante la posguerra o poco antes de la misma (en las décadas de 1940 y 1950), la generación X (los nacidos en las décadas de 1960 y 1970) y los «milenarios» (los nacidos en las décadas de 1980 y 1990). Tres de estas generaciones ya han conquistado nuevas fronteras: la generación de los veteranos de la Segunda Guerra Mundial con su espacio «interior» (no muy arriba en la estratosfera); los de la posguerra con su espacio «exterior»; y los de la generación X con su «ciberespacio». Pero, ¿qué espacio queda por conquistar para Dios por parte de la generación de hoy? Hay en la Biblia un libro muy corto que está lleno de preguntas, trece en total. Hasta termina con una pregunta.

La primerísima pregunta del libro de Jonás nos precipita en el drama: «¿Cómo puedes estar durmiendo? ¡Levántate! ¡Clama a tu dios! Quizá se fije en nosotros, y no perezcamos» (Jon. 1: 6, NVI). Pero el dormilón Jonás no está con humor para orar. Sabe de dónde proceden los vientos huracanados y el mar embravecido: el Dios al que desobedeció ha venido tras él, y ¡se arma la marimorena en el Mediterráneo! ¿Cómo podía dormir tan siquiera? En un ensayo, Haddon Robinson observó: «Si alguna vez hubo un hombre que viviera en desobediencia directa a Dios, fue el profeta Jonás. Dios lo envió a predicar a los ciudadanos de Nínive, pero él se embarcó en un navío y viajó alejándose de Dios en vez de hacer lo que Dios le había mandado hacer. Durante su huida se desató una violenta tempestad que aterró a los marineros gentiles, pero Jonás estaba dormido bajo la cubierta del barco. Evidentemente, Jonás estaba en paz con la decisión que había tomado. Por otro lado, si alguna vez hubo alguien que hacía la voluntad de Dios, fue Jesús camino a la cruz. No obstante, en el huerto de Getsemaní estuvo angustiado y su sudor era como gotas de sangre que caían en tierra (Luc. 22: 4). La paz no es prueba de haber adoptado una decisión piadosa» (en Preaching to a Shifting Culture, pp. 85, 86).

Solo porque los elegidos tengamos paz con dejar sin conquistar para Dios la última frontera y el último «espacio» no quiere decir que hayamos tomado una decisión piadosa. Entonces, ¿estás listo para dar marcha atrás y ayudar a Dios a conquistar la última frontera?

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