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lunes, 3 de octubre de 2016

Matutina de Jóvenes: Octubre 3, 2016

¿GENTE DEL BALCÓN O DEL SÓTANO?


“Porque te amo y eres ante mis ojos precioso y digno de honra” (Isaías 43:4, NVI).



Según la autora Joyce Landorf Heatherly, en el mundo hay dos tipos de personas. Tú y yo estamos en uno de esos grupos: el de la gente del balcón o el de la gente del sótano. ¿Sabes qué significan esas
expresiones?

La primera, “gente del balcón”, hace referencia a los que te apoyan, los que te motivan, los que siempre tienen una palabra para reconocer tus triunfos. Son aquellos que se gozan en tus victorias, y están dispuestos a ayudarte en la consecución de tus metas. La gente del balcón se sienta a escuchar tus problemas y trata de ayudarte a encontrar una solución. Son los que aspiran a verte arriba, en el balcón.

El otro grupo, “los del sótano”, se distinguen por no ayudar a nadie, por siempre tener una palabra de reproche en sus labios. Son los que te dicen que no podrás lograrlo, los que se burlan de tus sueños, lo que consideran que no llegarás muy lejos, los que dicen que es muy difícil, que nadie lo ha logrado… En fin, son los que procuran de una u otra manera desanimarte o sembrar la duda en tu mente.

Conoces gente de ambos grupos, ¿no es cierto? Te sugiero que hagas una lista con los que han sido la gente del balcón en tu vida. Llámalos. Dales las gracias. Muéstrales cuán dichoso has sido al poder contar con su ayuda y con sus valiosos consejos. Hazles saber que son importantes para ti. Eso te convertirá a ti mismo en una gente del balcón para ellos.

Quizás quieras preguntarme: “¿Y qué hago con los del sótano?” No seas como ellos. Me conforta saber que Jesús es la mejor persona del balcón que he conocido. Él me ama, me considera muy valioso y digno de honra. A pesar de mis debilidades, mi Señor siempre tiene palabras de ánimo para mí. Cuando siento que estoy cayendo al sótano, le escucho decirme: “Yo te saqué del extremo de la tierra, te llamé desde el rincón más alejado y te dije: ‘Tú eres mi siervo’. Yo te elegí y no te he rechazado. No tengas miedo, pues yo estoy contigo; no temas, pues yo soy tu Dios. Yo te doy fuerzas, yo te ayudo, yo te sostengo con mi mano victoriosa” (Isaías 41:9, 10).

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