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lunes, 3 de octubre de 2016

Matutina de Menores: Octubre 3, 2016

FE PARA ENFRENTAR DEMONIOS


Jesús le dijo: Si puedes creer, al que cree todo le es posible. Marcos 9:23.



Jesús y los tres discípulos pasaron la noche en la montaña. A la mañana siguiente, cuando emprendieron su camino de regreso bajando la senda empinada, no se pronunció una sola palabra.
Incluso Pedro no dijo nada.

Una gran multitud estaba esperando a Jesús al pie de la montaña. Cuando la gente lo vio venir, corrió a encontrarlo. Inmediatamente se dio cuenta de que algo andaba mal. Los otros nueve discípulos se veían preocupados.

Mientras Jesús estuvo ausente, un padre trajo a los discípulos a su hijo poseído por el demonio, para que lo sanaran. Habían ordenado al mal espíritu que en el nombre de Cristo se fuera, pero el demonio solo se había burlado de ellos.

Los líderes religiosos que estaban entre la multitud aprovecharon al máximo este fracaso, y comenzaron a hacer comentarios muy humillantes en frente de todos. Sugerían que tanto Jesús como sus discípulos habían estado engañando a la gente todo este tiempo.

Justo entonces Jesús se acercó y los líderes, jactanciosos, retrocedieron llenos de temor.

“¿Sobre qué los están interrogando?”, preguntó. Repentinamente, se quedaron muy callados.

El padre dio un paso al frente y explicó a Jesús el caso. Tan pronto como el pobre hijo fue traído a Jesús, el demonio lo lanzó al piso, causando terribles convulsiones. Con gritos espantosos, el muchacho se revolcaba y largaba espuma por la boca. El padre dijo a Jesús que su hijo había estado así por mucho tiempo. “Si puedes hacer algo, ¡ten compasión de nosotros y ayúdanos!”, rogó.

Jesús dijo al padre que todas las cosas son posibles, si podía creer.

“Señor, creo. ¡Ayuda a mi incredulidad!”, lloró el padre.

Jesús ordenó al demonio que se fuera y, en una última y terrible lucha, arrojó al hijo al suelo, dejándolo inmóvil, como si estuviera muerto. Pero Jesús tomó al muchacho de la mano y lo levantó.

Cuando tomamos las promesas de Dios y por fe las reclamamos como nuestras, entonces Jesús puede obrar para expulsar los poderes de las tinieblas.

“En Cristo, Dios ha provisto medios para subyugar todo rasgo pecaminoso y resistir toda tentación, por fuerte que sea” (El Deseado de todas las gentes, p. 396).

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