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martes, 27 de septiembre de 2016

Matutina de Menores: Septiembre 27, 2016

“TRADICIÓN Y GUÍAS CIEGOS.”


Les decía también: Bien invalidáis el mandamiento de Dios para guardar vuestra tradición. Marcos 7:9.



Como era el tiempo de la Pascua, los líderes judíos esperaban que Jesús fuera a Jerusalén, donde los escribas y los fariseos habían tendido una trampa para él. Como no apareció, enviaron a un grupo de muchachos a Galilea, para encontrarlo. Su táctica era culpar a Jesús por desobedecer la tradición.

De todas las reglas que habían inventado, la más estricta tenía que ver con la ceremonia de purificación. Una regla, por ejemplo, tenía que ver con lavarse antes de comer. No era una cuestión de tomar jabón y agua y limpiarse, tenías que llevar a cabo los movimientos correctos y hacer todo exactamente de la manera correcta.

La mínima cantidad de agua que se podía usar era la que podía entrar en media cáscara de huevo. Luego, tenían que derramar una pequeña cantidad de agua sobre tus dedos y la palma de una mano primero, y luego la otra, inclinando la mano lo suficiente como para que el agua corra hacia abajo de la muñeca, pero no más lejos.
Al mismo tiempo, tenían que asegurarse de que no regresara a la palma. Después, debían llevar el agua de un lado al otro, frotando una mano con la palma de la otra.

“¿Por qué tus discípulos transgreden la tradición de los ancianos? No se lavan las manos cuando van a comer el pan”, preguntó la delegación a Jesús.
Pero Jesús no les respondió la pregunta. En lugar de ello, tenía una pregunta lista para hacerles a ellos:

“¿Por qué ustedes también transgreden el mandamiento de Dios por su tradición?” Luego, les recordó cómo habían tomado el quinto Mandamiento, acerca de honrar a tu padre y tu madre, y lo habían torcido para que encajara en su propio egoísmo. Bajo una pretendida devoción a Dios, cualquier hijo irresponsable que quisiera evitar el cuidado de sus padres podía, simplemente, decir la palabra “corbán”, que significa regalo, y sus padres podían esperar que el hijo no proveyera para ellos.

El hijo podía usar todos sus bienes para sí mismo hasta su muerte, y luego la propiedad iba al Templo.
“Son hipócritas”, dijo Jesús a los espías.
Los espías estaban tan enojados que se fueron murmurando por debajo de sus barbas.

Los discípulos contaron a Jesús cuán enojados había dejado a estos hombres, y Jesús tenía esta respuesta para ellos:
“Dejadlos; son ciegos guías de ciegos; y si el ciego guiare al ciego, ambos caerán en el hoyo” (Mateo 15:14).

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