Buscar...

viernes, 9 de septiembre de 2016

Matutina de Jóvenes: Septiembre 9, 2016

LA BELLEZA DE SÓCRATES


“Todos seremos transformados en un momento, en un abrir y cerrar de ojos” (1 Corintios 15:51, 52).



Se dice que Sócrates, el padre de la filosofía griega, era feo con todas las letras en mayúsculas. Sus biógrafos lo describen con la nariz chata y ancha; sus labios eran exageradamente gruesos; sus ojos,
grandes y brotados; y, por si fuera poco, poseía una enorme barriga. Como hacen
las personas sumamente inteligentes, Sócrates nunca se sintió acomplejado de la asimetría de su físico. Es más, una vez hasta se presentó a un “concurso de belleza”. Como sabía que no ganaría, se encargó de ridiculizar la supuesta belleza de Cristóbulo, que resultaría ganador del concurso.

Sócrates le preguntó a Cristóbulo:

-Cris, ¿para qué sirven los ojos?

-Para ver.

-Entonces -le dijo Sócrates- los míos son más lindos que los tuyos, puesto que al tenerlos más grandes veo mejor que tú.

-Pero mi nariz es más bella que la tuya-dijo Cristóbulo.

-Nunca. Porque la nariz se hizo para oler, y como mis hoyos son inmensos mi capacidad para percibir olores es superior a la tuya.

-No diré nada de la boca -agregó Cristóbulo- porque si esta se hizo para morder, tú lo puedes hacer mejor que yo.

Como era de esperar Sócrates no ganó, aunque sí impugnó los resultados del concurso porque se consideraba más bello que el resto de los participantes. Evidentemente, él se sentía dotado de una belleza que no tenía nada que ver con lo externo, sino con su colosal educación. Si bien era deficiente físicamente, por lo menos se aseguró de tener una mente bien equipada.

El patriarca Job se refiere a personas cuya “belleza se pierde con ellos, y mueren sin haber adquirido sabiduría” (Job 4:21, RV95). ¿Qué sabías de Cristóbulo? Él es un vivo ejemplo de que la belleza se pierde, y hasta cansa; en cambio la sabiduría trasciende las fronteras del tiempo.

Por otro lado no olvides que tu cuerpo, tal y como es en este preciso instante, es el templo del Espíritu Santo. Tus ojos, oídos, nariz, boca, manos, o pies han de estar consagrados plenamente a glorificar a Dios. Quizá nunca obtengamos la corona de un concurso de belleza terrenal, pero podemos creer que muy pronto todos “seremos transformados” (1 Corintios 15:52) y recibiremos “la corona de justicia” (1 Timoteo 4:8, NVI).

No hay comentarios.:

Publicar un comentario