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viernes, 9 de septiembre de 2016

Matutina de Adultos: Septiembre 9, 2016

“EL REINO AVANZA ENTRE AMIGOS – 2”


«Y el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos». Hechos 2: 47



¡ALABADO SEA DIOS por las tres mil personas que se incorporaron a la incipiente y nueva comunidad cristiana en un solo día! Pero no son menos significativos los hombres, las mujeres y los
niños que venían sumándose «cada día», según destaca nuestro texto de hoy,
mediante la interacción personal. El reino, en efecto, avanza realmente entre amigos.

¿Cómo podemos vivir por este principio e este punto de la historia del mundo? He aquí un puñado de métodos que tú y yo podemos implementar de inmediato para aprovechar la estrategia divina de la amistad.

Método 1. Amplía tu círculo de amigos.¿Quiénes son, entonces, los amigos que Dios espera y anhela que alcances para él? Te puedes imaginar los rostros, ¿no? Pero, para que no te olvides, ¿por qué no tomar un trozo de papel ahora mismo y escribir sus nombres? (Esperaré. ¿Quiénes son las personas que sabemos que no conocen a Jesús, es decir, aquellas por las que, si Jesús hubiese de volver esta noche, tu corazón se teme que se perderían? Anota su nombre en una lista titulada «Mis amigos que necesitan a Jesús».

La triste realidad para la mayoría de nosotros es que cuanto más tiempo llevamos como miembros de iglesia, más pequeña se hace nuestra lista de amigos y conocidos perdidos. ¿Por qué es así? Porque forma parte de la naturaleza humana buscar seguridad y aceptación con aquellos que son espiritual y socialmente más «cercanos» a nosotros. Así no tengo que explicar mi hábito contracultural de apartar las últimas veinticuatro horas de la semana (de la puesta de sol del viernes a la del sábado) cuando me junto con colegas observadores del sábado. Y cuando en mi círculo de amistades solo tengo a los «salvos», no tengo por qué explicar por qué no bebo tal cosa ni por qué como lo de más allá. A nadie le gusta vivir fuera de su elemento. Todos disfrutamos una seguridad no amenazante con personas que piensan y actúan como nosotros. Pero no hace falta saber latín para darse cuenta de que si las comunidades abrazan círculos de amistad de «solo nosotros», están en la senda segura que acaba llevando a la extinción. Acuérdate de los amish.

Ampliar activamente nuestro círculo de amistades de forma que incluya a gente perdida es simplemente empezar a centrarse en amistades, y cultivarlas, con la gente que nos rodea. Los vecinos son candidatos inmediatos, ¿no? Y tus compañeros de clase, tus colegas y tus contactos de negocio. Puedes ampliar tu lista de «amigos que necesitan a Jesús» con tanta audacia como desees. No hace falta que sean cien, pero puedes concentrarte en un puñado. ¿Cómo, si no, explicar las amistades de Jesús, activas, cautivadoras, de «fuera de su elemento»? Buscaba nuevos amigos. Entonces, ¿por qué no podemos ser como él?

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