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viernes, 2 de septiembre de 2016

Matutina de Jóvenes: Septiembre 2, 2016

“TE PERDONAMOS”


Dios prueba que nos ama, en que, cuando todavía éramos pecadores, Cristo murió por nosotros” (Romanos 5:8).



Nuestra mentalidad no es capaz de razonar ni de aceptar que un inocente reciba el castigo de un culpable. Este sentido de indignación ante la posibilidad de que un culpable sea perdonado no es
nada nuevo. Anselmo de Canterbury, el teólogo medieval, comentó: “Qué hombre no sería juzgado digno de condenación si condenara al inocente para dejar ir al culpable”.

Precisamente eso es lo que hace extraño lo que te voy a contar. El 1° de diciembre de 1997, Michael Carneal, un jovencito de catorce años, irrumpió en su escuela con un rifle y asesinó a tres compañeras que formaban parte del grupo de oración de su escuela. Cuando terminó de disparar, Carneal le pidió a gritos a Bill Strong, uno de los miembros del grupo de oración, que lo matara. “Mátame, por favor. No puedo creer lo que he hecho”, le dijo.

¿Qué habrías hecho tú si hubieras estado en el lugar de Bill? ¿Matar al culpable? ¿Sabes qué hicieron los muchachos del grupo de oración que sobrevivieron a la tragedia? Aunque nos parezca increíble, prepararon un letrero enorme que decía: “Mike, te perdonamos”.

Basándose en la acción de estos jovencitos, Dennis Prager escribió un artículo para la revista Reader’s Digest titulado When Forgiveness is a Sin [“Cuando perdonar es pecado”], en el que dejaba muy claro que los compañeros que sobrevivieron al ataque de Carneal no tenían derecho a perdonarlo, y que dicha declaración de perdón era tan pecaminosa como los asesinatos perpetrados por Carneal. También consideró inapropiado que un pastor cristiano pidiera a los estadounidenses que perdonaran a Timothy McVeigh, el autor del ataque contra el edificio federal Alfred P. Murrah de Oklahoma City, en 1995.

Ahora bien, te haré una pregunta: ¿Te parece lógico que Jesús, siendo inocente, haya recibido el castigo que te tocaba a ti? El apóstol Pedro dice que “él era inocente, pero sufrió por los malos” (1 Pedro 3:18). Y lo peor de todo es que nosotros fuimos los culpables de la muerte del Hijo de Dios. Por ende, somos reos de la condenación divina. Sin embargo, en lugar de vengar la sangre de su Hijo, el Padre celestial extendió un letrero que cubre a todo el universo y contiene este mensaje: “Te perdonamos”.

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