Buscar...

domingo, 14 de agosto de 2016

Matutina de Jóvenes: Agosto 14, 2016

UN ATEO AMADO POR DIOS


Porque el marido no creyente es santificado por la mujer.    1 Corintios 7:14



Si un ateo como Stephen Hawking ha logrado mantenerse de pie a pesar de las  adversidades, ¿no indica eso que, después de todo, creer en Dios no marca ninguna diferencia? En realidad, para
entender parte de lo que dijimos ayer precisamos conocer más sobre la vida de ese genio del siglo XXI. Para ello hemos de considerar esta declaración del propio Hawking: “He sufrido una enfermedad de las neuronas motoras prácticamente toda mi vida adulta. Sin embargo, no me ha impedido tener una familia muy atractiva, y tener éxito en mi trabajo. Esto es gracias a la ayuda que he tenido de Jane, de mis hijos, y de un gran número de personas y organizaciones”. Me quiero detener en la frase: “Gracias a la ayuda de Jane”.

Jane, una profesa cristiana, fue la primera esposa del científico. Y gracias a la  perseverante fe de esta mujer, Stephen pudo sobrevivir a uno de los momentos más críticos de su vida. En 1985, mientras se hallaba en Ginebra, Suiza, un ataque de neumonía puso a Hawking en los brazos de la muerte. Los médicos llamaron a Jane para que fuera de inmediato al hospital. Cuando ella llegó le dijeron que ya no había nada que hacer, que solamente estaban esperando que diera la autorización para desconectar a Hawking de las máquinas que lo mantenían con vida. Jane pensó para sus adentros: “¡Qué final más ignominioso para una lucha tan heroica por la vida! ¡Qué negación de todo por lo que también yo había luchado! Mi respuesta fue rápida: Stephen debe vivir”. ¿Sabes qué hizo Jane en ese momento? Acudió a Dios en oración y le dijo: “¡Por favor, Señor, que Stephen siga con vida!” Y Dios preservó la vida del científico incrédulo. El ateísmo de Hawking no evitará nunca que Dios lo ame.

En una entrevista Jane declaró que el ateísmo de Hawking “no podía ofrecer  consuelo, bienestar ni esperanza respecto a la condición humana”. Pero que la fe sí podía hacerlo. Así que Jane rechazó el ateísmo y abrazó la fe con la que le dio consuelo, bienestar y esperanza a su marido no creyente. ¿Estás usando tu creencia en Dios para atacar o para consolar al que no cree como tú? No olvides nunca que Dios también ama al ateo.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario