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martes, 19 de julio de 2016

Matutina de Adultos: Julio 19, 2016

“LA LECCIÓN DE LOS MOONIES”


«Y la multitud de los que habían creído era de un corazón y un alma». Hechos 4: 32



EN CASO DE QUE sigas preguntándote sobre el valor de desarrollar una comunidad espiritual y social dentro de nuestra comunidad de fe, considera este estudio de los moonies (miembros de la
Iglesia de la Unificación del reverendo Sun Myung Moon). Rodney Stark documenta las fascinantes conclusiones del estudio en su libro The Rise of Christianity. Allá a comienzos de la década de los sesenta él y John Lofland se convirtieron en los primeros científicos sociales en observar a la gente convertirse a un nuevo movimiento religioso.

Tras cientos de entrevistas con los moonies, los investigadores observaron que las conversiones a la fe de Moon eran similares a las conversiones al cristianismo en el siglo I; concretamente, la conversión se producía ante una intensa desaprobación de los no miembros (es decir, la familia, los amigos). Las conversiones duraderas eran aquellas en las que «los lazos interpersonales con los miembros [de la nueva comunidad] pesaban más que sus lazos con los no miembros» (p. 17). Es decir, el fuerte apego dentro de la nueva comunidad de fe impide que los nuevos miembros vuelvan a sus apegos anteriores. «El apego ocupa un papel central en la conversión y, por lo tanto, esa conversión tiende a realizarse siguiendo redes sociales formadas por lazos interpersonales» (p. 18). Así, Stark concluye: «La base del éxito de los movimientos que buscan conversiones es el desarrollo por medio de redes sociales, a través de una estructura de lazos interpersonales directos e íntimos» (p. 20).

La esencia de lo dicho es ineludible, ¿no crees? Uno de los factores significativos del tremendo crecimiento de la iglesia primitiva fue su brillante hincapié, obviamente dirigido por el Espíritu, en la edificación de pequeños grupos de «porche delantero» dentro del movimiento. No fue el único factor, pero, según demuestra la investigación de Stark con los moonies, fue un factor muy estratégico.

No es de extrañar que un siglo antes que Stark y Lofland, Elena G. de White llegase a la misma conclusión: «La formación de pequeños grupos como base del esfuerzo cristiano me ha sido presentada por Uno que no puede errar» (Servicio cristiano, p. 92).

Resulta que no necesitamos a los moonies para concluir que los apegos interpersonales siempre han sido la fuerza y la estrategia de Dios en la edificación de la comunidad en la tierra. Las historias al principio del libro de Hechos y del adventismo primitivo son relatos tejidos con el fuerte hilo de comunidades interpersonales de grupos pequeños. Dado el aislamiento de la vida y la sociedad actuales en cubículos, ¿puedes pensar en un momento más crítico para que tú y yo acojamos el consejo de «Uno que no puede errar»?

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