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sábado, 25 de junio de 2016

Matutina de Menores: Junio 25, 2016

OJOS ABIERTOS Y OJOS CERRADOS


No tengas miedo, porqué más son los que están con nosotros que los que están con ellos. 2 Reyes 6:16



Secretamente, el rey de Siria trazó planes para tender una emboscada a los israelitas. Pero, cuando llegó la hora de ponerlos en práctica, el rey de Israel y su ejército estaban preparados. Otra vez, el rey
sirio hizo planes secretos con sus oficiales, pero otra vez más falló. Los Israelitas tampoco estaban allí o estaban listos para el ataque.

Esto sucedió no una o dos veces, sino repetidamente, hasta que el rey de Siria, exasperado, llamado a un reunión de los oficiales para descubrir quién estaba filtrando sus secretos al enemigo. “¿Quién de los nuestros es del rey de Israel?” (2 Reyes 6:11).

Uno de sus siervos respondió: “Ninguno, oh, rey. Pero Eliseo, el profeta, es quien le dice al rey las palabras que tú hablas en tu boca”.

¡Así que eso era! El rey de Siria envió espías para descubrir el lugar exacto donde estaba Eliseo, para deshacerse de este profeta informante de una vez por todas. Cuando el Rey descubrió que Eliseo estaba en Dotán, envió carros y caballos allí, para rodear la ciudad por la noche.

Cuando el nuevo siervo de Eliseo despertó aquella mañana, se olvido de todo su desayuno cuando miró hacia afuera. ¡La gran hueste siria, con todos sus soldados caballos y carrozas, habían rodeado la ciudad!

“Maestro, ¿Qué vamos a hacer?”, gritó. En respuesta a ello, Eliseo pronunció las resonantes palabras de nuestro texto de hoy.

 Luego, oró para que los ojos del joven fueran abiertos, de modo que pudiese ver, en efecto la compañía de ángeles que estaba entre los sirios y ellos. Cuando miró, “el monte estaba lleno de gente de a caballo, y de carros de fuego alrededor de Eliseo” (2 Reyes 6:17)

Luego, Eliseo salió, y oró para que el Señor hiriera a la hueste siria con ceguera, ¡Imagina la confusión de un ejército entero andando a tientas! Entonces, Eliseo los condujo por las colinas hasta Samaria. Una vez dentro de la ciudad, oró nuevamente para que sus ojos fueran abiertos. Los sirios pestañaron y se encontraron  ¡en la ciudad capital de Israel!

Sin embargo, en lugar de destruirlos, como el rey de Israel pensaba que debería hacer, Eliseo ordenó un gran banquete para toda la fuerza enemiga, que después , algo avergonzados, volvieron a su propio país y no molestaron más a Israel por un largo tiempo.

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