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sábado, 25 de junio de 2016

Matutina de la Mujer: Junio 25, 2016

Los cinco lenguajes del amor 2ª parte


«El hombre deja a su padre y a su madre para unirse a su esposa, y los dos llegan a ser como una sola persona» (Gén. 2: 24).



UNA VEZ CASADOS, tu marido y tú han de ser la compañía el uno del otro. Ya no están sus padres en el hogar, ni los hermanos con los que tanto se han divertido y con quienes han compartido hasta ahora las experiencias de vida… En el matrimonio, la mayor parte de nuestro tiempo ha de estar dedicada a nuestro esposo. Por eso, el segundo lenguaje básico del amor es pasar tiempo de calidad juntos.

Estar los dos sentados en la misma sala viendo televisión o en el cuarto cerca el uno del otro no significa necesariamente pasar tiempo de calidad juntos. La calidad tiene que ver con la atención completa, con la unión emocional, con la amistad, con la conversación de calidad y no con el hablar por hablar. Comparte con tu esposo tus anhelos, tus sentimientos, tus ideas, tus experiencias, tus frustraciones. . . y, sobre todo, escúchalo a él. Una conversación de calidad se basa fundamentalmente en saber escuchar

«Una relación requiere que se escuche de manera comprensiva, con el propósito de entender los pensamientos, sentimientos y deseos de la otra persona. Aprender a escuchar puede ser tan difícil como aprender un idioma extranjero, pero tenemos que hacerlo si queremos comunicar amor».* Para que tu marido se sienta escuchado por ti:

Mírale a los ojos cuando estén hablando.
No hagas ninguna otra cosa mientras lo escuchas.
Presta especial atención a los sentimientos que hay detrás de las palabras.
Observa su lenguaje corporal, es parte importantísima de la comunicación.
No lo interrumpas, aunque te sientas tentada a hacerlo.

Llena tu vida matrimonial de tiempo de calidad juntos. Busca ese tipo de diálogo que conduce a la verdadera intimidad. Propón realizar juntos actividades que dejen un recuerdo placentero: senderismo por la montaña, paseos en la playa, practicar algún deporte, salir a comer, acompañarlo en lo que a él le gusta y ti no tanto… Y cuando llegue la intimidad física (parte fundamental del tiempo de calidad juntos) recuerda el consejo inspirado: «No se nieguen el uno al otro, a no ser que se pongan de acuerdo en no juntarse por algún tiempo para dedicarse a la oración» (1 Cor. 7: 5).

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