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jueves, 23 de junio de 2016

Matutina de la Mujer: Junio 23, 2016

Gente común y corriente


«En todo y con mucha paciencia nos acreditan como servidores de Dios» (2 Cor. 6: 4, NVI).



TÚ Y YO somos personas comunes y corrientes, pero hemos sido creadas para hacer historia, para cumplir un plan y un propósito de Dios que nadie más puede cumplir. El cambio que queremos ver en
el mundo no lo producirán los políticos de turno ni los artistas de masas (por muy intelectuales o inspiradores que sean sus mensajes), sino cristianos sencillos, dispuestos a «actuar con justicia y a andar humildemente con su Dios» (Miq. 6: 8, RV95). Hemos de descubrir aún el tremendo potencial que encierra un día corriente en la ordinaria vida de un cristiano común.

En un documental de televisión, varios sobrevivientes de la Segunda Guerra Mundial* recuerdan ante las cámaras un hecho extraordinario: la batalla de las Ardenas (1945), que tuvo como resultado nada más y nada menos que la victoria aliada sobre las tropas de Hitler. Curiosamente, para los entrevistados aquella fue una jornada normal en la vida de simples soldados de infantería. Sentados en su trinchera todo el día, apenas dispararon en contadísimas ocasiones contra tanques alemanes que pasaron por allí de manera aislada. Cuando se enteraron de que acababan de participar en tan decisiva ocasión para la suerte de Europa y el fin del nazismo, apenas podían creerlo. Nada les había parecido decisivo en aquel momento porque ninguno tenía la perspectiva global.

Grandes victorias pueden obtenerse cuando gente ordinaria, confiando en la perspectiva global de su Capitán, cumple con fe la misión que les ha asignado. Gente ordinaria que «en todo y con mucha paciencia nos acreditamos como servidores de Dios: en sufrimientos, privaciones y angustias; […] en trabajos pesados, desvelos y hambre. Servimos con pureza, conocimiento, constancia y bondad; en el Espíritu Santo y en amor sincero; con palabras de verdad y con el poder de Dios; con armas de justicia» (2 Cor. 6: 4-7, NVl).

Tu vida cuenta mucho en este mundo herido de muerte. Dios te ha creado para que hagas historia acercando su reino a quienes te rodean. Tal vez no veas nada extraordinario en tu rutina, pero cada día es una oportunidad extraordinaria. Sé fiel en tu trinchera, y algún día verás, desde el lado de los vencedores, la victoria decisiva de esta gran batalla entre el bien y el mal.

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