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jueves, 23 de junio de 2016

Matutina de Adultos: Junio 23, 2016

EL REINO NO MÁGICO – SEGUNDA PARTE


<<Anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial, por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad>>.Hebreos 11:16, NVI



TED DEKKER, EN The Slumber of Christianity: Awakening a Passion for Heaven on Earth, realiza una perspicaz observación sobre la esperanza. <<¿Qué eleva nuestras emociones y qué las echa por
tierra? ¿Qué nos hace saltar de alegría y que nos lanza al pozo del profundo desanimo? Las respuestas son sorprendentemente simples: La esperanza. Y la desesperanza. […] Si piensas en qué cambia tu estado de ánimo de una situación de felicidad a una de tristeza, siempre encontraras la desesperanza>>. Y luego describe la esperanza: <<La esperanza es la fuerza primaria que mueve a los seres humanos de hora en hora. El deseo de un simple placer, un abrazo, un beso […]. La salud restaurada de un niño enfermo o de una madre que está entrando en años. Estas figuran entre las muchas esperanzas que motivan nuestra vida cotidiana. Todo lo que hacemos esta movido por la esperanza o la desesperanza de una u otra forma>> (pp. 34,35).

Si eso es verdad, y tengo la sensación de que estaríamos de acuerdo, ¿Qué pasaría si dedicásemos tiempo cada día a meditar en la esperanza del cielo mediante un canto, un poema, algo de música, una promesa bíblica o dos? ¿Qué pasaría si apartásemos nuestra mente de las incesantes malas noticias de una economía quebrada, de un mundo patas arriba, de un ecosistema en apuros, de una cultura moralmente insolvente, si nos apartásemos del cotidiano menú carente de esperanza de los medios de comunicación y centrásemos la mente, en cambio, en esa <<patria […] celestial>>, según lo expresa nuestro texto de hoy, esa ciudad y esa tierra eterna que dios ha prometido a sus amigos? ¡Seria una inyección de esperanza! No durante horas, sino unos momentos cada nueva mañana durante el culto, ¿Qué pasaría si soñásemos con el cielo?

<<Pablo tuvo una visión del cielo, y al ocuparse de las glorias de allí, lo mejor que podía hacer era no tratar de describirlas. Nos dice que ojo no había visto ni oído escuchado, ni han subido en corazón de hombre, las cosas que dios ha preparado para los que le aman. De modo que podéis llegar al límite de vuestra imaginación, podéis usar vuestras facultades hasta lo máximo para que abarquen y consideren el eterno peso de gloria, y sin embargo vuestros sentidos limitados, desfallecientes y cansados con el esfuerzo, no pueden captarlo porque hay un infinito más allá. Se necesitará de toda la eternidad para desplegar las glorias y revelar los preciosos tesoros de la Palabra de Dios>> (Comentario bíblico adventista del séptimo día, <<Comentarios de Elena G. de White>>, t. 6, p. 1107). Se necesitará toda la eternidad, ¡pero eso no quiere decir que no podamos empezar hoy! Así que pon al límite tu imaginación del cielo ahora mismo y deja que el espíritu te inyecte una nueva dosis de esperanza.

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