Buscar...

jueves, 16 de junio de 2016

Matutina de la Mujer: Junio 16, 2016

Entrégamelo a mí


«¡Ten confianza en el Señor! ¡Ten valor, no te desanimes!¡Sí, ten confianza en el señor!» (Sal. 27:14)



UN PRIMER DÍA de escuela, Pam Rhodes* conoció a Bobby. Aparentemente tímido tras 
las faldas de su madre, aquel pequeño se convirtió en la pesadilla de su maestra. No podía estarse
quieto. No lograba concentrarse. Siempre hablando. Los demás niños no querían saber de él. Pam probó una teoría tras otra para ayudarle a cambiar, pero todas fracasaron. Un día pensó: «¿Por qué en lugar de intentar arreglarlo por ti misma no me lo entregas a mí?». Evidentemente ella había dejado al Señor fuera de la ecuación.

A la mañana siguiente, tras entrar al aula, Pam llamó a Bobby y le dijo: «¿Te gustaría que oráramos los dos solitos?». El niño respondió: «Sí». Y comenzó una rutina diaria que transformó completamente la actitud de Bobby. Incluso los demás niños empezaron a buscar su compañía. Un día, la madre de Bobby visitó a Pam y le preguntó; « ¿Está usted orando todos los días con mi hijo? Me ha dicho que Jesús es su mejor amigo, que le está ayudando a ser bueno. Gracias a usted, nuestra familia está yendo de nuevo a la iglesia». Pam sabía que no era gracias a ella, sino que «Dios, según su bondadosa determinación, es quien hace nacer en nosotros los buenos deseos y quien nos ayuda a llevarlos a cabo» (Fil. 2: 13).

Es increíble hasta qué punto Dios está pendiente de nuestros problemas y activamente intentando impresionarnos con las soluciones que necesitamos. Lamentablemente nosotras, creyendo que tenemos los recursos para solucionar los contratiempos del día a día dejamos de clamar a él para que nos responda. Por eso nos estamos perdiendo las grandes bendiciones de su promesa.

¿A quién buscamos antes de tomar decisiones delicadas? ¿Recurrimos a nuestros conocimientos básicos de psicología, o a nuestra intuición, o a lo que hemos aprendido de padres y maestros? Entonces tendremos el tipo de respuestas que ellos pueden aportar. Pero con el Dios de soluciones que está a nuestra disposición, se abre caminos mucho más excelentes. No se trata de recurrir a oraciones monótonas del tipo «Señor, ayúdame, bendíceme y que hoy no tenga problemas. Amén», sino de guardar silencio, pedirle ayuda de todo corazón, y esperar su respuesta inspirada.

“Clama a mí y yo te responderé, y te esneñaré cosas grandes y ocultas que tún no conoces.” – Dios

No hay comentarios.:

Publicar un comentario