La inevitable recompensa
Experimenta: ¿Qué tanto te esfuerzas cuando alguien te pide hacer algún trabajo?
Un hombre decidió desde niño que sería un gran arquitecto. Cuando creció hizo realidad su sueño y se dedicó a trabajar durante muchos años para una constructora. Cuando ya era anciano, dijo el dueño del negocio que quería retirarse; estaba muy cansado y enfermo.
El dueño de la compañía lamentó mucho que el mejor arquitecto que había trabajado con él durante tantos años se retirara. Así que le pidió que diseñara y construyera la última casa. En cuanto terminara su proyecto podría retirarse.
No muy contento, se sintió comprometido con quien había sido su jefe. Aceptó la propuesta pero dentro de su corazón decidió que no se esforzaría por construir esa casa. El diseño fue el peor de toda su vida; no se preocupó por la calidad de los materiales, no hizo el mínimo esfuerzo. Hasta la gente que trabajaba con él estaba extrañada de su actitud.
Cuando terminó la casa llamó al dueño de la compañía para entregarla. Cuando llegó, revisó la casa y al final del recorrido, entregó las llaves al arquitecto y le dijo:
-Este es mi regalo para ti y para tu familia en agradecimiento por el excelente trabajo que realizaste para esta compañía. ¡Esta casa la construiste para ti!
¡Sintió que moría de vergüenza! Si tan solo hubiera sabido que la casa iba a ser para él, habría hecho su mejor esfuerzo. Pero era demasiado tarde.
Todo lo que haces ahora sera parte de tu futuro. Si te esfuerzas, tendrás tu recompensa. Si todo lo haces de mala gana, también recibirás lo correspondiente. No pienses que Dios ignora lo que haces y el esfuerzo que inviertes porque eres joven. Él ve día a día tu esfuerzo y dedicación. En el futuro más próximo aquí en la tierra, y en un futuro no muy lejano en el cielo, recibirás la recompensa, que será del tamaño de tu esfuerzo.
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