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martes, 23 de junio de 2015

Matutina de Adultos: Junio 23, 2015

Aprender a orar


“Vosotros, pues, oraréis así” (Mateo 6:9).



Cuando mis nietos eran pequeños procurábamos enseñarles a orar antes de comer, junto a la cuna, antes de dormir, cuando íbamos a salir de casa. Asimismo, orábamos si alguien de la familia estaba enfermo o en cualquier otra circunstancia en la que necesitábamos el cuidado y la protección de Dios y sus ángeles. Los niños imitaban los gestos y repetían las palabras de sus “yayos”: juntaban las manitas, doblaban las rodillas, cerraban los ojitos y balbuceaban las palabras que escuchaban. Después, al terminar la oración, pronunciaban un sonoro “Amén” y dibujaban en sus caritas inocentes una encantadora sonrisa. Algún día, esos niños, sin necesidad de nuestra presencia, orarán a Dios tal y como los “yayos” les enseñaron. Así también quiso hacer Jesús con sus discípulos. Según Mateo, después de darles unas cuantas instrucciones sobre la actitud correcta en la oración, les dijo: “Vosotros pues, oraréis así”, y sus labios pronunciaron las palabras del Padrenuestro (Mat. 6:9-13).

El Padrenuestro no es una oración que brote espontáneamente de nuestro corazón, no nos pertenece. Es una oración revelada y didáctica, que viene de Dios mismo a través de Cristo. Es Palabra de Dios que él pone en nuestra boca para que se la dirijamos. Descendida del cielo en nosotros, vuelve a subir a Dios y, por el milagro del Espíritu Santo, se ha convertido en la expresión de nuestra realidad humana más plena e íntima, como una súplica sincera y profunda de nuestra vida y la de nuestros hermanos, de la vida de la Iglesia y del mundo perdido, de todos los seres abatidos, angustiados y necesitados que nos rodean.

¡Qué maravilla es saber que el Padrenuestro es una oración que Dios pone en nuestros labios! Asimismo, el Espíritu Santo la suscita en nosotros, y así nos transforma y nos hace vivir en ella. De este modo, el Padrenuestro no debiera entenderse como una plegaria meramente repetitiva, palabra formal de un rezo capaz de cambiar el tenor de nuestras experiencias difíciles o satisfacer nuestras necesidades. El Padrenuestro es una oración pedagógica, educativa, es vida, es poder y fuerza, un camino y un modelo que quiere cambiar nuestra vida que quiere adecuar nuestra realidad a los términos y aspiraciones que en ella expresamos.

Dios, en Jesucristo, no solo nos enseña esta oración. Él la pronuncia también con nosotros. Él llegó a encarnar en vida el significado de esta oración. Él, que se reveló como la Palabra de Dios hecha carne, es también la oración hecha carne y, si creemos en sus promesas, seremos como aquellos que expresan y testimonian en su vidas la oración modelo, el Padrenuestro.

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