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domingo, 3 de mayo de 2015

Matutina de la Mujer: Mayo 3, 2015

El Dios de lo imposible


Entonces dijo Sara.” ‘Dios me ha hecho reír, y cualquiera que lo oyere, se reirá conmigo”. Génesis 21:6



Una tenue brisa sacude la lona que cumple la función de puerta de la tienda, y Sara se fija en los tres huéspedes que están afuera, hablando con su esposo, Abraham. “¿Quiénes serán”, se pregunta, sarcástica, tras haber escuchado al portavoz de los forasteros anunciarle un hijo… ¡a Abraham! ¡A ella!

Sigilosa, Sara vuelve a descorrer la lona detrás de la que se esconde, y se fija ahora en Abraham, en su cabello cano y en las arrugas que marcan su cuerpo; en el bastón donde se apoya mientras habla, fiel compañero de su lento andar que ya, más que un soporte, parece formar parte a su fisonomía como si fuese uno más de sus huesos. Vuelve a reír para sus adentros.

Ella misma es una muestra viviente de los estragos de la ancianidad. Las venas azules en los párpados, y el cuerpo pequeño, débil y con formas que le recuerdan que ya no es la misma mujer de antes, y que la piel arrugada y la senilidad contrastan mordazmente con las pasiones carnales de una lejana juventud.

Sara ha pasado toda su vida disimulando la desdicha de su infertilidad. Vio que Dios demoraba su promesa y que el tiempo se le acababa; abandonando su fe, decidió tomar las riendas de su vida a su antojo. Igualmente, cada mujer tiene dentro de sí a una Sara. Cuán difícil se nos hace a veces confiar en lo que Dios nos promete. Pero la vida de Sara debería enseñarnos que las promesas de Dios si se cumplen.

Dios tiene para nuestras vidas un propósito que ha de cumplirse. Ese propósito divino no se sujeta a ley humana alguna, Va más allá de lo inaudito y, al final, siempre nos conduce, así como a Sara, a reír de gozo junto al Padre, quien se deleita viendo a sus hijos reír. Recuerda: “Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis”

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