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domingo, 3 de mayo de 2015

Matutina de Jóvenes: Mayo 3, 2015

Dios te está buscando


Y oyeron la voz de Jehová Dios que se paseaba en el huerto, al aire del día; y el hombre y su mujer se escondieron de la presencia de Jehová Dios entre los árboles del huerto. Mas Jehová Dios llamó al hombre, y le dijo: ¿Dónde estás tú? Génesis 3:8, 9.



El texto bíblico de reflexión para hoy me resulta bellísimo, por la forma tan natural que retrata el tipo de relación que Dios tenía con la pareja edénica: dice que Dios “se paseaba en el huerto, al aire del día”. Era una visita habitual, bienvenida y feliz que tenían Adán y Eva en su hogar edénico. Había una relación estrecha, sin barreras, natural, entre Dios y sus hijos terrenales. Dios “se paseaba…” Me lo imagino habitualmente caminando en forma distendida, con paso lento, lleno de deleite y satisfacción al contemplar la hermosura de sus obras de arte natural; feliz porque en ese ambiente maravilloso iba a visitar a sus hijos queridos, a sus amigos.

Sin embargo, el pecado arruinó toda esa felicidad. Aunque para ellos era común encontrarse con Dios en su hogar, en medio de la naturaleza, ahora “el hombre y su mujer se escondieron de la presencia de Jehová Dios entre los árboles del huerto”. El pecado siempre produce eso: huir de Dios, esconderse de él, evitarlo.

Pero Dios no esperó a que el hombre se acercara para pedir perdón o para solucionar el drama en el que se había metido. No; Dios mismo se acercó, buscó al hombre y abrió el diálogo con una pregunta: “¿Dónde estás tú?” En otras palabras: “¿Dónde te has colocado, espiritualmente, moralmente, en tu relación conmigo, contigo mismo, con la vida?”

Hoy, Dios te hace la misma pregunta: ¿Cuál es tu posición espiritual? ¿Cuál es tu “lugar en el mundo”?

No importa dónde te encuentres, desde el punto de vista psicológico, moral y existencial, la voz amorosa de Dios te llama hoy, preguntándote dónde estás y, lo más importante, dónde quieres estar realmente.

Lo más maravilloso es que, como ya hemos visto anteriormente, tu esperanza de salvación no radica en tu frágil y a veces inconstante búsqueda de Dios, sino en el hecho de que Dios es el que te está buscando permanentemente, como el Buen Pastor.

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