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jueves, 5 de marzo de 2015

Matutina de Menores: Marzo 5, 2015

Más que un brazo robótico


Experimenta: Rafael no tiene uno de sus brazos. Pero Dios está con él, por eso no se dio por vencido. Ahora lucha en esta vida con un brazo que Dios le inspiró a hacer. ¿Lamentas tú alguna perdida?

Rafael nunca imaginó que un viaje en motocicleta cambiaría así su vida. El resultado del accidente ambas piernas fracturadas y uno de sus brazos amputado. Varios días en terapia intensiva y enterarse de que iba a ser papá fueron suficientes para darse cuenta de que Dios le permitió vivir por alguna razón, y no se daría por vencido. Era más fácil quedarse en cama y lamentar la pérdida del brazo, pero eligió hacer algo al respecto.

A los tres meses del accidente diseño, con ayuda de un tío, un brazo robótico que le permitiera seguir haciendo lo que más le gustaba reparar teléfonos móviles. Es un brazo sencillo que al final tiene una lupa y una pinza, los cuales permiten sostener y reparar los teléfonos. Pero ya han proyectado una mano y dedos para su brazo.

Brazos artificiales como ese cuestan muchísimo dinero. Hay de diferentes clases. Los más sencillos son los que permiten tomar objetos mediante pinzas. Otros, con avanzada tecnología, permiten usar el brazo como si fuera propio. Están hechos de materiales ligeros como titanio y magnesio; tienen manos y dedos además de cables que se conectan a los nervios del cuerpo humano. En conjunto reciben señales del cerebro para moverse hacia donde se les ordene, permitiendo sostener, incluso, una uva sin desmenuzarla. Existen brazos artificiales en desarrollo cuyas manos tendrán sensibilidad y serán capaces de reconocer texturas y temperaturas.

¡Todos perdemos algo en esta vida! Lo importante es lo que el poder de Dios puede hacer contigo si nunca te rindes. ¿Te hace falta algo? Jamás dejes de luchar. ¡Contigo esta Dios y te ayudara a librar tus batallas cada día!

«Él cuenta con la fuerza de los hombres, pero con nosotros está el Señor nuestro Dios para ayudarnos a luchar nuestras batallas»  (2 Crónicas 32:8)

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