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jueves, 5 de marzo de 2015

Matutina de la Mujer: Marzo 5, 2015

El toque de la fe


«Porque decía: “Si tocare tan solamente su manto, seré salva» Marcos 5:28



Imagino que alguna vez habrás escuchado la frase “lloran, gritan y patalean”. Generalmente la utilizamos para referimos a las personas que poseen una extraordinaria necesidad de hacerse notar del modo que sea. Yo soy demasiado tímida para querer hacerme notar en público. Pero no critico a estas personas. Ahora bien, imagínate que desde hace años vienes padeciendo una enfermedad crónica que está consumiendo tu vida, y llega a tu pueblo un hombre con poderes sobrenaturales. Todos anhelan encontrarse con ese hombre. Quienes padecen de alguna dolencia cobran ánimo. Los pobres y los desvalidos recobran esperanzas perdidas. Multitudes de todas partes lo siguen, lo buscan, le ruegan. Se dice que da vista a los ciegos y oído a los sordos. Aseguran que a su mandato los paralíticos caminan y, a su toque, la piel carcomida de los leprosos recobra su lozanía. Hasta la muerte pierde poder ante la palabra de este ser extraordinario.

¿Acaso dejarías que ese hombre pasara de largo para siempre de tu vida? ¿No te harías notar, y aun gritarías y clamarías, para aprovechar tu única oportunidad de sanación? Estoy casi segura de que tratarías de atraer su atención sobre ti, a como diese lugar. ¿No es cierto? Y con razón.

En el modo de actuar de esta mujer me reconozco a mí misma. Aunque busca pasar desapercibida, no obstante su necesidad, su fe la impulsa a intentar lo imposible. Ella sabe que Dios conoce el corazón humano. Sabe que el Hijo de Dios ve en lo secreto. Sabe que no es necesario recurrir al escándalo para llamar la atención del Creador. Basta aferrarse a la Omnipotencia por medio de la fe. Entonces, la debilidad humana se aferra del Invisible; la ignorancia recurre a la fuente de sabiduría; la ceguera espiritual a su luz inmaculada; la impotencia e insuficiencia humana echan mano de la soberanía y domino absoluto del Todopoderoso. Y al toque silencioso de la mujer, sale virtud del Hijo de Dios. Jesús reconoció inmediatamente el toque de la fe: “Alguien me ha tocado [haptomai: se aferró a mí]; porque yo he conocido que ha salido poder de mí” (Luc. 8:46).

Toda hija de Dios puede aferrarse por medio de la fe al manto de Jesús. Y de hecho, lo hacemos.  Cuando nos abandonamos por fe a la oración, de cierta forma estamos tocando en silencio el manto de nuestro Salvador. La oración de fe no pasará inadvertida para el ojo amoroso de nuestro Dios.

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