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jueves, 5 de marzo de 2015

Matutina de Jóvenes: Marzo 5, 2015

Cuando vuelves al Padre


Y levantándose, vino a su padre. Y cuando aún estaba lejos, lo vio su padre, y fue movido a misericordia, y corrió, y se echó sobre su cuello, y le besó. Lucas 15:20.



En esta parábola final sobre la búsqueda que Dios hace de los perdidos, Jesús cuenta quizá la parábola más conmovedora: la del hijo perdido.

En esta parábola final sobre la búsqueda que Dios hace de los perdidos, Jesús cuenta quizá la parábola más conmovedora: la del hijo perdido. Este muchacho, al igual que todos los que estamos alejados de Dios, sentía coartada su libertad; quería ser autónomo e independiente; quería ser el amo y señor de su vida, y hacer solamente su voluntad; quería sumarse al terrible experimento de la rebelión.

Su padre, con dolor, pero respetando la decisión de su hijo, le entrega los bienes y, con angustia, lo ve partir.

Pero el muchacho todo lo malgastó; como malgasta su vida, sus ta­ lentos, su juventud y su verdadera felicidad todo aquel que se mantiene alejado de Dios, y de su voluntad santa, justa y buena.

Al “tocar fondo” y verse en la miseria, “volviendo en sí”, se dio cuenta de que en realidad su padre era un hombre bueno, y que sus órdenes y reglamentos eran solo para su bien. A veces, en la vida, necesitamos tocar fondo para despertar a nuestra condición y ver cómo es la verdadera realidad, cuánto necesitamos realmente a Dios, y que estar con Dios y servirlo es lo mejor que nos puede pasar.

Jesús nos dice que ese padre, que representa a Dios, al ver regresar lastimosamente a su hijo, “corrió, y se echó sobre su cuello, y le besó”, lo hizo entrar en la casa con toda la dignidad de un hijo, y organizó una gran fiesta de bienvenida, “porque este mi hijo muerto era, y ha revivido; se había perdido, y es hallado”.

Esta parábola, cuyo personaje principal es el padre del muchacho, y su infinito amor perdonador, te asegura que si das, arrepentido, un solo paso hacia él, no solo no te rechazará, sino que se apresurará a ir a tu encuentro para darte la bienvenida de regreso al Hogar, ante el menor balbuceo de tus labios o tan solo de tu pensamiento, de tu corazón. Te abrazará, te besará, y hará en el cielo una fiesta en tu honor, porque el mayor gozo del cielo es que un pecador se arrepienta, que un perdido emprenda el camino de regreso a casa.

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