Buscar...

miércoles, 11 de marzo de 2015

Matutina de Menores: Marzo 11, 2015

Lleno de veneno mortal


Experimenta: Puede parecerte que tus palabras no hacen daño pero si observas con cuidado la reacción de los demás, te darás cuenta de que si.

Las ranas dardo viven en las selvas y zonas tropicales de América, Latina. Llegan a medir apenas seis centímetros. Se las llama así porque durante muchos años su veneno se usó en las puntas de los dardos en las guerras.

Existen diferentes tipos de estas ranas y se distinguen por sus colores brillantes y llamativos. ¿Por qué son tan venenosas? Algunos curiosos capturaron unos cuantos ejemplares y las llevaron a un laboratorio para criarlas y analizarlas. Grande fue su sorpresa cuando descubrieron que las ranas dardo no eran venenosas si se criaban en laboratorio. La razón es que cuando están libres en la selva se alimentan de una especie de escarabajos que contiene una peligrosa toxina. A las ranas no les hace daño, así que la almacenan en su piel en grandes cantidades, haciéndose sumamente venenosas. El veneno de una rana dardo dorada, se dice, puede matar aproximadamente a diez hombres.

Nuestra lengua puede compararse a esta rana: puede estar llena de veneno mortal. Si no cuidas tu lengua, puedes hacer mucho daño a quienes te rodean. Hay quienes cuidan mucho su aspecto externo; brillan por fuera y llaman la atención. Pero cuando hablan son ofensivos, criticones, vulgares, groseros, venenosos, tales como la rana dardo. Es necesario vigilar la lengua, porque cada palabra hiriente y ofensiva es un dardo venenoso que clavas en la vida de una persona.

La rana dardo deja de ser mortal si la cuidan en un laboratorio. Nuestra lengua deja de ser venenosa si permitimos a Jesús examinarnos y cuidarnos en su laboratorio especial. Únicamente tienes que pedírselo, no te quitará el veneno a la fuerza o contra tu voluntad. Ahórrate problemas y pide a Jesús que sane tu lengua.

«Nadie ha podido dominar la lengua. Es un mal que no se deje dominar y que está lleno de veneno mortal» (Santiago 3: 8)

No hay comentarios.:

Publicar un comentario