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lunes, 23 de marzo de 2015

Matutina de la Mujer: Marzo 23, 2015

Portadores de esperanza


Abre tu boca por el mudo en el juicio de todos los desvalidos. Proverbios 31:8



Marzo es un mes interesante. Un curioso bisbiseo revolotea en el aire. ¿Lo escuchas? Son las voces del invierno y la primavera que discuten por la supremacía.

Quienes tienen la suerte de vivir en lugares con climas cálidos, posiblemente ya habrán sido deleitados por la primera profusión de colores y maravillosas esencias que cunden los aires de marzo. Pero aquí, la tierra carece de color en la estación invernal. Los tallos verdes de los narcisos y las coloridas cabezas de los tulipanes aún no comienzan a romper la tierra entumecida por los gélidos hielos del invierno.

Como siempre suele sucederme durante esta época, la impaciencia me asalta, el jardín me llama, me insta a trabajarlo, a conectar mis raíces humanas con las raíces de la tierra. Pero como el invierno, así de remolón y testarudo como es, persiste en alargarse, aún debo esperar un poco más.

Es en este entreacto cuando recurre a la alegría del azafrán para recargar mis esperanzas. Los azafranes son siempre los primeros en aparecer en el sombrío jardín al final del invierno. Es toda una alegría ver aparecer esta planta que, aunque a primera vista parece delicada, es la primera en romper el suelo duro y el hielo para hermosear mi jardín con sus alegres inflorescencias en forma de abanico.

Sus bellas flores de color púrpura-azul, blanco y amarillo son los heraldos de esperanza de mi jardín. Son las flores que transforman el paisaje austero en alegría. Son un augurio de lo que viene tras ellos.

Hay personas que son como las galas del azafrán. Llevan a cuestas la alegría y la esperanza. ¿Conoces a alguien así? El cristiano ha de ser un portador de esperanza en este mundo sombrío.

La soledad y la depresión son síntomas comunes entre los ancianos. Al dolor crónico y la pérdida de su independencia, se juntan sentimientos de aislamiento y soledad. Muchos de estos ancianos no tienen a nadie que cuide de ellos. Sé tú la esperanza en su desesperanza, sé el rocío en su sequía y el rayito de sol en su oscuridad. Sé su flor de azafrán. Dios te recompensará, y tú misma te alegrarás.

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