El viaje pagado
¿No ves que la fe actuó juntamente con sus obras, y que la fe se perfeccionó por las obras? Santiago 2:22
Mi hija mayor, Jazmín, se graduó en la Academia Adventista Puget Sound, en Kirkland, Washington. Cada año, la clase de graduandos realiza un viaje misionero al extranjero. Ese año, la clase de Jazmín iría a la isla de Fiji. El costo del viaje era de 2.500 dólares, e incluía el pasaje aéreo, las comidas y la estadía. Ellos planeaban construir un templo y repartir alimentos, ropa, calzado y otros bienes de consumo básico entre la población.
Mi hija estaba emocionada con el viaje. Nos dieron cinco meses de plazo para pagar todo el dinero, y la clase hizo actividades para recaudar fondos. En ese tiempo no estábamos bien económicamente y, cuando llegó el último día para pagar todo, todavía nos faltaba dinero.
Le sugerí a Jazmín que le preguntara a la maestra cuánto nos faltaba exactamente, y si nos podía dar unos días más para conseguir el monto. La maestra prometió darle la respuesta al día siguiente. Al llegar a la casa, mi hija, mi esposo y yo oramos con fervor. Al día siguiente, la maestra no fue a la escuela; y tuvimos que esperar un día más para saber cuánto debíamos.
Finalmente, llegó la respuesta a nuestra ansiada pregunta: “Oh, ¿no supiste? —le dijo la maestra a Jazmín—. Ayer llegó alguien al aula y preguntó cuánto debías aún por el viaje. Le dijimos que mil dólares, y esa persona los pagó; así que tú ya estás lista: no debes nada”.
Jazmín, con asombro y alegría, preguntó quién había sido. Ella le dijo que la persona quería permanecer en el anonimato. Mi hija llegó emocionada para darme la noticia: “¡Mami! —exclamó—, ¡Dios escucha las oraciones!”.
Y así es. Por más sencillas que sean nuestras oraciones, Dios siempre contesta. Cada vez que estés en dificultades, corre a los pies de Jesús. Pero no esperes hasta que estés en problemas para ir a él, ve en todo momento. Jesús es tu esperanza y apoyo.
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