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lunes, 30 de marzo de 2015

Matutina de Adultos: Marzo 30, 2015

Duro de corazón


«Moisés y Aarón hicieron todos estos prodigios delante del faraón, pues Jehová había endurecido el corazón del faraón, y este no dejó salir a los hijos de Israel fuera de su país». (Éxodo 11: 10)



Este pasaje es uno de los más desconcertantes de la historia bíblica. Dios dice: «Pero yo endureceré el corazón del faraón, y multiplicaré en la tierra de Egipto mis señales y mis maravillas. El faraón no os oirá, pero yo pondré mi mano sobre Egipto y sacaré a mis ejércitos, a mi pueblo, los hijos de Israel, de la tierra de Egipto, con grandes juicios» (Éxodo 7: 3-4). En realidad, Dios está anunciando que el corazón del faraón se endurecerá inevitablemente. Y, en verdad, el texto bíblico siguiente parece confirmar esta interpretación porque dice muchas veces que el faraón «endureció su corazón». En otras palabras, “Yo endureceré el corazón del faraón” y “el faraón endureció su corazón” sig­nifican lo mismo.

Lo que el texto bíblico destaca aquí es una de las leyes fundamentales de la psicología humana. Todo acto malo tiende a endurecer el corazón del hombre, es decir, a aniquilarlo. Todo acto bueno tiende a ablandarlo, a hacerlo más vivo. Cuanto más se endurece el corazón del hombre, tanto menor libertad tie­ne para cambiar y tanto más queda determinado por sus acciones previas. Pero se llega a un punto del cual ya no puede volver; cuando está forzado a seguir adelante hasta el fin inevitable que es, en último extremo, su propia destrucción física o espiritual.

«No es Dios quien ciega los ojos de los hombres y endurece su corazón. Y les manda luz para corregir sus errores, y conducirlos por sendas seguras; es por el rechazamiento de esta luz como los ojos se ciegan y el corazón se endurece. Con frecuencia, esto se realiza gradual y casi imperceptiblemente. Viene luz al alma por la Palabra de Dios, por sus siervos, o por la intervención directa de su Espíritu, pero cuando un rayo de luz es despreciado, se produce un embotamiento parcial de las percepciones espirituales, y se discierne menos claramente la segunda revelación de la luz. Así aumentan las tinieblas, hasta que anochece en el alma» {El Deseado de todas las gentes, pág. 289).

El Padre celestial no ejerció ningún poder sobrenatural para endurecer el corazón del rey. Al mantener Faraón su terquedad y aumentarla gradualmente, mu corazón se endureció más y más, hasta que contempló el rostro frío de su primogénito muerto y tuvo que reconocer que hay un Dios en los cielos…

Ruega al Señor que elimine la terquedad de tu corazón y te ayude a ser obediente a los mandamientos del cielo.

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