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miércoles, 4 de febrero de 2015

Matutina de Menores: Febrero 4, 2015

Poderoso «atrapamugre»


Experimenta: Mírate al espejo y piensa cuánto jabón necesita tu corazón. Pide a Jesús que te lave completamente.

¿Te has lavado las manos sin jabón alguna vez? Lamento decirte que el agua no es suficiente para limpioar los residuos de suciedad pegados a la grasa de tu piel. El agua y la grasa no se llevan bien. Por eso no se mezclan. Cuando una molécula de agua quiere tomar de la mano a una molécula de grasa de tu cuerpo para llevarla a pasear por el desagüe, la molécula de grasa se ríe, ¡porque no puede sola! Necesita la ayuda de las fuerzas especiales del jabón.

Cada molécula de jabón está equipada para unir el agua con la grasa. Tiene una cabeza que se adhiere al agua con fuerza y un cuerpo largo que se esconde en la grasa. Así, el jabón sirve de puente entre el agua y la grasa mugrienta de tu piel. Con el moviemiento al lavarte, el jabón atrapa las moléculas de grasa dentro de un grupo circular llamado micela y espera la orden del agua al momento de enjuagar, para arrancarla definitivamente de tu piel.

El pecado adherido a nuestro corazón es como la grasa sucia. Nosotros somos el agua que intenta arrancar el pecado. Es probable que en más de una ocasión hayas intentado dejar de hacer algo que sabes que está mal y terminas por cometer el mismo error, aunque te esfuerces. Nosotros solos no podemos disminuir la fuerza del pecado. ¡Necesitamos ayuda! Pues Jesús es ese poderoso jabón «atrapamugre». Cuando le pides auxilio te sujeta con fuerza con uno de sus brazos y con el otro, arranca a Satanás y lo elimina de tu vida. Jesús compró en la cruz del Calvario el único equipo atrapamugre disponible. Le costó muy caro. Tuvo que pagar con su vida y está dispuesto a usarlo cada vez que lo necesites. No trates de lavar tus errores por cuenta propia. Mejor pide amparo al que sí puede limpiarlo todo.

«Lávame, y quedaré más blanco que la nieve» (Salmos 51:7)

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