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miércoles, 4 de febrero de 2015

Matutina de la Mujer: Febrero 4, 2015

Si puedes creer


Sobre ti amanecerá Jehová. Isaías 60:2



Muchas veces hemos dicho que tenemos que consagrarnos a Dios para llevar una vida espiritual feliz. Pero, ¿qué implica consagrar la vida a Dios? La palabra “consagrar” significa “separar para un propósito”. En este caso, separar nuestra vida para servir y agradar a Dios. Muchos dicen que eso se logra por medio del estudio diario de la Biblia, y en parte es cierto. Sin embargo, no se trata solo de estudiar la Palabra, porque hay muchos que la estudian y no están más cerca de la verdad que quienes la desconocen o ignoran; tienen el conocimiento teórico de Dios, pero no una relación con él.

¿Cómo podemos, entonces, mantenernos fieles hasta la segunda venida de Cristo? Tenemos que creer firmemente que las enseñanzas, y las promesas de la Biblia, son ciertas y son buenas. Si no creemos que esto es así, nada de lo que estudiemos en su Palabra será de beneficio ni lograremos esa felicidad que nos mantendrá firmes en sus caminos.

Una vez que reconocemos a Dios, debemos leer y meditar en su Palabra. Entonces, la luz del entendimiento irá despejando nuestras dudas. A medida que esa amistad crezca, nuevos horizontes se abrirán, y una nueva pasión llenará nuestro interior. Para conocerlo y hacerlo parte integral de nuestra vida, tenemos que buscar ávidamente a Dios en su Palabra y en su creación. Tenemos que pensar en él como una madre piensa en su hijito: todo el tiempo. Tenemos que perseverar en la búsqueda de una relación con Dios y, una vez lograda esa relación, cultivarla. Entonces, “sobre ti amanecerá Jehová”. Quiere decir que Dios irá abriendo puertas a medida que vayamos relacionándonos con él.

Como resultado de esa relación viene la obediencia. Si creemos que Dios cumple todo lo prometido, lo imitaremos y lo obedeceremos; así, nuestra vida se entrelazará con él y tomará el rumbo correcto. Cristo envió al Espíritu Santo con el propósito de iluminar nuestra mente para discernir entre lo que es de Dios y lo que no lo es, y darnos las fuerzas necesarias para luchar. No nos preocupemos por nuestros errores y debilidades, porque Dios se encargará de transformarlos en alabanzas a él.

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