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viernes, 20 de febrero de 2015

Matutina de Menores: Febrero 20, 2015

No seas un árbol cualquiera


Experimenta: Si fueras un árbol, ¿cuál te gustaría?

He observado el enorme árbol que está frente a mi casa. Vi cómo sus ramas se quedaban vacías a medida que el invierno avanzaba. Un día no le quedó una sola hoja. Pensé que estaba enfermo y había comenzado a secarse antes morir.

Los meses pasaron. Unos días antes de la primavera sucedió algo extraño. Aquel árbol con ramas secas empezó a reverdecer, como si alguien lo hubiera despertado. A los pocos días, una parvada de ruidosos cotorros, un par de palomas y una pareja de pájaros amarillos comenzaron a revolotear sobre él. Los cotorros pasaban a descansar cada tanto después de comer los mangos de árbol vecino. Las palomas encontraron un buen lugar para dormir bajo alguna de sus ramas. La pareja de pájaros amarillos se ha dedicado a despertarme cada mañana con un alegre canto, mientras tejen un gran nido en forma de bolsa.

Sé que cuando termine el verano las hojas volverán a caer. Cuando llegue el invierno, el árbol estará de nuevo seco. Pero tengo la esperanza de conocer a sus habitantes la próxima primavera. Para ellos su sombra es una bendición.

¿Quisieras ser un árbol seco, cuyos únicos habitantes sean zopilotes que descansan mientras esperan el siguiente animal muerto para comer? ¿O preferirías ser un árbol grande y sano, lleno de hojas verdes, que da frutos deliciosos, con ramas fuertes que sirven de hogar a buenos habitantes que alegren tu vida?

La Biblia dice que es fácil ser un árbol así. El secreto es confiar en Dios. Si empiezas a secarte y quedarte sin fuerzas, el secreto es confiar en Dios. Si tienes miedo y te sientes como miniatura, el secreto es, una vez más, confiar en Dios.

«Feliz el hombre que no sigue el consejo de los malvados, ni va por el camino de los pecadores, ni hace causa común con los que se burlan de Dios, sino que pone su amor en la ley del Señor y en ella medita noche y día. Ese hombre es como un árbol plantado a la orilla de un río, que da su fruto a su tiempo y jamás se marchitan sus hojas. ¡Todo lo que hace, le sale bien!» (Salmos 1:1-3)

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