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martes, 17 de febrero de 2015

Matutina de Menores: Febrero 17, 2015

No seas indiferente


Experimenta: ¿Te interesa hacer el bien a los demás sin esperar algo a cambio?

Mientras el señor Fleming, un pobre agricultor, trabajaba en el campo, escuchó gritos de socorro. Inmediatamente corrió hasta un pantano cercano donde encontró a un niño enterado hasta la cintura en el lodo sucio y espeso. Fleming se esforzó muchísimo hata salvar al niño. Al día siguiente, un noble inglés elegantemente vestido llegó hata la casa del señor Fleming. Era el padre del niño que había salvado e inmediatamente le ofreció una recompensa por su ayuda. El señor Fleming se negó.

En ese preciso momento apareció el hijo del agricultor. El hombre preguntó al señor Fleming si era su hijo. Entonces le propuso un trato:

-Permítame llevarme a su hijo y le daré una buena educación. Si se parece a usted, se convertirá en un gran hombre.

Fleming aceptó. Su hijo se graduó de la Escuela de Medicina del Hospital Santa María de Londres y se convirtió en un médico renombrado. Se llamaba Alexander y descubrió la penicilina. Años más tarde, el hijo de aquel elegante hombre inglés enfermó de pulmonía, pero sobrevivió gracias a un tratamiento con penicilina.

Randolph Churchil era aquel noble que recompensó la buena obra del agricultor. Su hijo, al que salvó del pantano, y a quien años más tarde salvara la penicilina, se llamaba Winston. Sí, el famoso primer ministro.

Cierta o no, la historia nos hace reflexionar en la posibilidad real de que cada pequeña obra en favor de otros tiene una consecuencia positiva. Mi papá decía que cada vez que ayudaba a alguien, daba a Dios la oportunidad de formar una cadena que en el futuro sería de beneficio para sus hijos. Ahora creo que tenía la razón.

Dios pide que no seamos indiferentes ante las necesidades de las personas que  encontramos todos los días. Si está a tu alcance ayudar al necesitado, no pierdas la oportunidad de empezar una cadena que Dios usará a favor de tus descendientes.

«Lo mismo deberán hacer con el asno, el manto o cualquier otra cosa que alguien pierda y que alguno de ustedes encuentre. No se desentiendan del asunto» (Deuteronomio 22:3)

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