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martes, 17 de febrero de 2015

Matutina de Adultos: Febrero 17, 2015

La creación de la atmósfera


«Luego dijo Dios: “Haya un firmamento en medio de las aguas, para que separe las aguas de las aguas”. E hizo Dios un firmamento que separó las aguas que estaban debajo del firmamento, de las aguas que estaban sobre el firmamento. Y fue así. Al firmamento llamó Dios “cielos”. Y fue la tarde y la mañana del segundo día» (Génesis 1: 6-8)



La expresión de la que habla aquí Moisés designa la envoltura atmosférica de nuestro planeta. Si las aguas de debajo son aquellas de las que están formados los mares, las aguas de arriba no puede ser más que aquellas que contienen las nubes. Las nubes no están por encima de la atmósfera, pero flotan en general por encima de la porción de la atmósfera, donde se halla el aire que respiramos.

Podemos imaginarnos la obra de ese día de la siguiente manera: la Tierra estaba rodeada de una atmósfera espesa, pesada, fuertemente contaminada. Llegó el momento en el que las sustancias gaseosas de las que estaba saturada se depositaron en estado liquido o sólido, de forma que el planeta quedó rodeado de esa envoltura transparente y ligera que llamamos atmósfera, esto es la expansión. Por encima de la capa más próxima a la Tierra se elevaron vapores, más ligeros que el aire, que se condesaron al llegar a regiones más frías formando la techumbre de nubes que rodean el globo; estas son las aguas de arriba.

El oxígeno que respiramos debajo, las nubes y el vapor de agua en el medio y la capa de ozono de la atmósfera, arriba para protegernos de las radiaciones solares. Así fue determinado por Dios para hacer posible el equilibrio y la mesura del clima sobre la tierra. Hoy, cuando la actividad irresponsable de la humanidad está debilitando o destruyendo esa capa de ozono, el cambio climático que se está produciendo puede traernos catástrofes naturales enormes, la desertización de zonas importantes del planeta, la descongelación de una parte de los polos con el aumento correspondiente del nivel de las aguas marinas y la inundación de muchas zonas costeras. Dios hizo bien las cosas el día segundo, pero el hombre las está estropeando alterando aquel equilibrio original.

Pero hay un Dios en los cielos… cuando los seres humanos parecen haber acabado con su maravillosa creación, cuando la contaminación cubre el cielo y el mar. Es su misericordia que nos otorga cada día, a pesar de tanta destrucción que ha traído la sobreexplotación del planeta.

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