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miércoles, 18 de febrero de 2015

Matutina de Jóvenes: Febrero 18, 2015

Dios no es un ser solitario


Elegidos según la presciencia de Dios Padre, en santificación del Espíritu, para obedecer y ser rociados con la sangre de Jesucristo: Gracia y paz os sean multiplicadas. 1 Pedro 1:2.



Es imposible que avancemos en estas consideraciones acerca del plan de redención sin hacer mención a una enseñanza bíblica que ha traído mucha controversia con el paso de los siglos dentro del cristianismo, y que nunca acabaremos de comprender. Se trata de la naturaleza de Dios: la doctrina de la Trinidad. En este terreno, lo único que podemos hacer es atenernos estrictamente a la información que proporciona la Biblia, sin intentar llenar, con nuestras propias especulaciones o ideas preconcebidas, los huecos que no comprendemos

La Biblia revela que Dios el Padre es Dios, que Jesucristo es Dios y que el Espíritu Santo es Dios. Dice que cada uno es una Persona diferenciada de la otra y que, sin embargo, existe un solo Dios verdadero.

¿Cuál es el sentido y la importancia de todo esto? Aun cuando reconozco que hay misterios insondables que no podemos desentrañar de esta doctrina, lo que resulta claro es que Dios no es un Ser solitario, que antes de crearnos haya estado absolutamente solo en el universo. Es un Dios en tres Personas (así como una familia está compuesta por varios miembros, o un gobierno por tres poderes). Se trata de tres Personas que han coexistido juntas eternamente, vinculados por un amor y una comunión perfectos, y que elaboraron el plan de nuestra redención.

La elaboración de ese plan implicó un sacrificio infinito no solo para Jesús, sino también para el Padre y el Espíritu Santo, quienes lo aman con un amor insondable y que han sido sus eternos compañeros. Ahora tenían que ver cómo su compañero, uno con ellos en corazón, sentimiento, carácter, pensamiento y propósito, debía sufrir lo indecible por el hombre. La Deidad nos consideró tan valiosos y desvalidos que no pudo menos que hacer todo lo posible y entregarlo todo con tal de asegurar nuestra felicidad eterna y nuestra salvación.

Te invito a pensar hoy en el precio pagado por ti, que demuestra cuánto vales para Dios, y cuánto desea verte eternamente salvo y feliz.

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