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miércoles, 18 de febrero de 2015

Matutina de la Mujer: Febrero 18, 2015

Llegué al quirofano con mi ángel guardián


He aquí que yo les traeré sanidad y medicina; y los curaré, y les revelaré abundancia de paz y de verdad. Jeremías 33:6



Hace algunos años, después de pasar varios meses con la salud quebrantada y dolores intensos, decidí aceptar ser intervenida quirúrgicamente por segunda vez en mi vida.

Para mí era difícil aceptar esta segunda cirugía, porque a los diez años ya había sido operada. Un poco molesta con Dios, le pregunté: “¿Por qué yo? ¿Por qué otra vez yo, Señor?”. Tengo tres hermanas a quienes nunca les he deseado ningún mal, pero en esa ocasión le pre­guntaba a Dios: “¿Por qué soy yo quien tiene que pasar por esta prueba otra vez?”.

Me gustaba reflexionar en la historia de Job, y decidí que no quería fallarle a mi Dios. Los cantos y las oraciones fervorosas de mi madre eran un bálsamo para mi alma. Aunque el dolor no se iba completamente, sentía apoyo moral de parte de ella y de mi hermana menor.

En mi lecho de enfermedad, buscaba en las promesas de la Biblia la paz y la fortaleza para mi alma. Mi promesa favorita era el versículo de hoy. Dios había prometido traerme sanidad y medicina, pero, sobre lodo, abundancia de paz y de verdad. ¿Qué quería Dios mostrarme en esa etapa de mi vida? Con el paso de los días, me fui dando cuenta de las verdades que Dios quería que yo aprendiera.

Una mañana de febrero, mi madre, mi hermana y yo nos dirigimos al hospital. Estaba nerviosa, pero sabía que mi vida estaba en manos de I )¡os. Antes de entrar en el quirófano, mi madre me dijo: “Hija, cierra tus ojos e imagina que tu ángel guardián esta allí. El siempre estará a tu lado”.

Esas palabras me hicieron recordar el canto “Ángel”, que canta el grupo Forgiven. Comencé a tararearla. ¿Cómo podía olvidarla? Desde niña había aprendido que a mi lado siempre está mi ángel guardián, estaba segura de que tenía un ángel junto a mí. Pensando en esto recibí la anestesia. Cuando desperté, derramé lágrimas de gratitud a Dios.

Querida hermana, recuerda que Dios quiere revelarte su verdad hoy. Él ha prometido darte sanidad y abundancia de paz.

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