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jueves, 26 de febrero de 2015

Matutina de la Mujer: Febrero 26, 2015

¡Quiero que me borren de la iglesia!


El que venciere será vestido de vestiduras blancas; y no borraré su nombre del libro de la vida, y confesaré su nombre delante de mi Padre, y delante de sus ángeles. Apocalipsis 3:5



Quiero que me borren de la iglesia!”, le dijo una muchacha al pastor. Ella planeaba casarse, pero su novio no profesaba la fe adventista; de todos modos anhelaba tener una ostentosa boda religiosa. Había presenciado en su templo la boda de una pareja que simpatizaba con la Iglesia Adventista, y pensó: “Si dejo de ser miembro de la Iglesia Adventista, podré cumplir mis planes, ¡y asunto arreglado!”.

Nuestro Manual de la iglesia dice: “La iglesia desaconseja enérgica­mente el casamiento entre un adventista y un miembro de otra religión, y exhorta firmemente a sus pastores a no oficiar en tales ceremonias matrimoniales” (Manual de la iglesia, p. 158). Se recomienda leer todo el capítulo que aborda el tema del matrimonio, a fin de evitar confusio­nes y aclarar dudas. Pero, también es cierto que si, “a pesar de todo, un miembro decide entrar en un convenio matrimonial de este tipo, la iglesia debe demostrarle amor e interés con el objeto de animar a la pareja a llegar a la completa unidad en Cristo” (ibid, p. 159). En otras palabras, ¡no había necesidad de llegar a tal extremo!

¿Cuánto valor tenía para esta señorita el ser miembro de iglesia? No conviene tener en poco ser miembro de la iglesia, el cuerpo de Cristo. Elena G. de White ofrece una orientación esclarecedora: “El que des­precia la autoridad de la iglesia desprecia la autoridad de Cristo” (El Deseado de todas las gentes, cap. 84, p. 762).

Pide hoy al Señor que te ayude a apreciar el hecho de ser miembro de iglesia y ciudadana del Reino celestial, la distinción más honora­ble de esta vida y la venidera, pues la promesa dice: “El que venciere será vestido de vestiduras blancas; y no borraré su nombre del libro de la vida”.

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