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miércoles, 11 de febrero de 2015

Matutina de la Mujer: Febrero 11, 2015

Una marea de amor


La tierra será llena del conocimiento de la gloria de Jehová, como las aguas cubren el mar. Habacuc 2:14



Uno de los eventos más temidos en las zonas costeras de ciertos países son los tsunamis. Los terremotos, las erupciones volcáni­cas, las detonaciones nucleares en el fondo del mar y los impac­tos de meteoritos pueden dar origen a un tsunami. El desplazamiento de enormes cantidades de agua puede llegar a arrasar poblaciones enteras.

La Biblia dice que muy pronto este mundo experimentará un tsunami del amor de Dios. ¿Cómo puede suceder un evento de esta naturaleza? “Mirando a Jesús, vemos que la gloria de nuestro Dios consiste en dar” (El Deseado de todas las gentes, cap. 1, p. 13), y cuando nosotros cola­boramos en el plan de Dios, compartiendo su amor, se pone en marcha un fenómeno insólito e insospechado, que crece y crece hasta formar “una marea de amor”: “Por medio del Hijo amado fluye a todos la vida del Padre; por medio del Hijo vuelve, en alabanza y gozoso servicio, como una marea de amor, a la gran Fuente de todo” (ibíd.).

Sí, has leído bien: una “marea de amor”, es decir, un tsunami de amor. La pregunta es: ¿Puedo yo formar parte de esa marea de amor? ¡Por supuesto que sí! ¿A quién te imaginas que Dios espera usar para llenar cada centímetro de este mundo con su profundo amor? Pues ¡a ti y a mí!

Mi madre ha sido una fuente de amor para quienes la han rodeado. Desde que se casó y se fue a vivir a la Ciudad de México, ofreció su casa a familiares que llegaban a la urbe en busca de oportunidades de trabajo. Les brindaba hospedaje y alimento, y los exhortaba a buscar a Dios y asistir a la iglesia. Años después de que esos familiares hubieran partido a lugares lejanos, les seguía escribiendo para recordarles las palabras del buen Dios y exhortarlos a atender sus mandatos. Para gloria de Dios, varios de ellos hoy viven en Cristo gracias a la influencia de mamá.

Dios necesita nuestras manos para llevar alimento, consuelo, for­taleza y amor a mucha gente. Entrégale al Señor tu vida en servicio al prójimo. ¡Te aseguro que la experiencia será inolvidable!.

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