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sábado, 3 de enero de 2015

Matutina de Menores: Enero 3, 2015

Veneno dulce


Experimenta: ¿Cuánta azúcar comes al día? Si necesitas endulzar todo, es hora de dete­nerte. ¡Te estás envenenando! La idea de agregar azúcar a los alimentos es invención del ser humano y definitivamente no de las mejores,

Hace algunos años fui a una exposición de caramelos. Había de todos los colores y tamaños, empaquetados o sin envoltura. Las frutas confitadas estaban al aire libre, sin envoltura, y las abejas revoloteaban encima de ellas.

Mientras batallaba con un pedazo de durazno que se derretía en mi mano, me pregunté: «Esos dulces de fruta sin envoltura, ¿estarán limpios?». La persona que estaba a mi lado pareció haber leído mi pensamiento y me dijo: «¿Sabías que la gran cantidad de azúcar en esos dulces impide que se reproduzcan microorganismos en la fruta? Así que puedes comerlos».

En parte, es cierto… siempre y cuando la cantidad de azúcar que se usa al confeccionar el caramelo sea mucho mayor que la cantidad de agua. Si es así, el azúcar absorberá el agua e impedirá que alimente a los microorganismos. El azúcar, además, reacciona y produce sustan­cias como alcoholes y ácido carbónico, que además de causar caries, matan a las bacterias, envenenándolas.

El azúcar sirve para conservar algunas frutas y nueces, pero no nuestro cuerpo. Cuanta más azúcar comas, más infecciones contraerás. Algunos han llamado al azúcar el «veneno dulce» porque poco a poco daña cada parte de tu cuerpo. Por ejemplo, los dientes se llenan de caries, la piel se llena de hongos, los huesos se debilitan, el estó­mago sufre de acidez, el páncreas trabaja demasiado y el cerebro se descontrola.

Gracias a Dios por crear los alimentos tan deliciosos, sabía que serían buenos para nosotros. Disfruta la variedad de sabores que tienen los alimentos naturales y por favor, ¡huye de los alimentos procesados!

«¡Ay de ustedes, que llaman bueno a lo malo, y malo a lo bueno; que convierten la luz en oscuridad, y la oscuridad en luz; que convierten lo amargo en dulce, y lo dulce en amargo!” (Isaías 5:20)

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