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viernes, 16 de enero de 2015

Matutina de la Mujer: Enero 16, 2015

Manos de liberación


Y él dijo: “Ven”. Y descendiendo Pedro de la barca, andaba sobre las aguas para ir a Jesús. Pero al ver el fuerte viento, tuvo miedo; y comenzando a hundirse, dio voces, diciendo: “¡Señora Sálvame!”. Al momento Jesús, extendiendo la mano, asió de él, y le dijo: “¡Hombre de poca fe! ¿Por qué’ dudaste?”. Mateo l4:29-3l



Tendemos a meternos en problemas, Pedro no era la excepción. Esta vez se atrevió a pedirle a Jesús que le permitiera andar sobre el agua. Eso era humanamente imposible. Los equilibristas pueden caminar sobre una cuerda, los faquires andar sobre brasas o vidrios, y casi todos podemos trepar un peñasco, pero hay algo que nadie puede hacer: caminar sobre el agua.

 A menudo pensamos que Pedro fue atrevido por lo que pidió. Pero quizá Pedro eligió bien. Soplaba un fuerte viento, el barco se estaba llenando de agua, comenzaba a hundirse, y se dio cuenta de que el único lugar seguro era al lado de Jesús. ¡Oh, si escogiésemos ir a Jesús cuando rujan las tormentas en nuestras vidas! Pero a veces no nos atrevemos a pedirle a Jesús que nos ayude “a caminar sobre el agua”. Nos quedamos en nuestro barquito sacudido por las olas, y no tenemos el valor de caminar hacia Jesús. ¡Once discípulos se quedaron en un barco zozobrante, y solo uno caminó hacia el Maestro!

 Sin embargo, cuando comenzó a caminar, tuvo temor, El viento aullaba y su fe flaqueó. Apartó la vista de Jesús y comenzó a hundirse. Pedro debe de haber sido un buen nadador, pero nadie nada tan bien que pueda enfrentar el oleaje durante una gran tormenta. Y Pedro clamó: “¡Señor, sálvame!”. No había tiempo para embellecer la oración con palabras, no había tiempo para arrodillarse. Era una oración de desesperación, corta y al punto.

 Quizás esa es la verdadera oración: la que proviene de aquel que sabe que no tiene otra salida, y que su única liberación puede venir de Jesús. Y Jesús extiende su mano y lo salva. ¿Será que en este momento los vientos y las tormentas de la vida te hacen sentir que te estás ahogando? ¿Será que tu fe o tu vida espiritual están zozobrando? La mano amorosa y fuerte de Jesús está a tu alcance, lista para responder a tu clamor. Porque las manos de Jesús son manos de liberación.

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