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jueves, 4 de diciembre de 2014

Matutina de Menores: Diciembre 4, 2014

Dando gracia


«Es bueno dar gracias al Señor, cantar alabanzas al Altísimo» (Salmo 92: 1, NTV)



Dar gracias es tan fácil, y tan importante para quien lo escucha… Quizá das las gracias a tus padres por la ropa limpia, la comida y porque están ahí cuando los necesitas. O al pastor por el sermón que predicó. O a tu maestra por las cosas especiales que planifica para la clase. Quizás das las gracias a tus abuelos por el dinero que te enviaron por tu cumpleaños. Pero ¿habrá personas a las cuales quizás no hayas dado las gracias, pero a las que aprecias por su buen ejemplo, su fidelidad, y el tiempo y el esfuerzo que brindan para que tu vida sea mejor? Como por ejemplo el diácono que llega a la iglesia media hora antes para asegurarse de que el templo esté en perfectas condiciones cuando llegues, o la secretaria de Escuela Sabática que recoge las ofrendas y las organiza, o el ujier que recoge los boletines de iglesia que dejas en el banco cada semana, junto con tu pañuelo estrujado y el envoltorio de la goma de mascar. Todas estas personas sirven a Dios del mismo modo en que lo hace el pastor cuando predica o el hermano que dirige los cantos.

Ayer te conté parte de mi aventura en Canadá; pues bien, el pastor nos llevó a la casa del anciano y su esposa nos cuidó mientras dormíamos. Cuando desperté, había preparado un guiso para que comiéramos antes de seguir el viaje. Aunque a mi llegada a casa sana y salva les escribí una carta de agradecimiento, desearía poder decirles hoy, años más tarde, cuán importante sigue siendo lo amables que fueron con nosotras. También hay otras personas a las que quisiera agradecer. A algunas les puedo escribir cartas, pero para otras tendré que esperar hasta llegar al cielo. A mí me alegra recibir agradecimientos de antiguos alumnos, o de personas que leen y disfrutan mis libros. Guardo sus notas de agradecimiento en una caja que abro cuando me siento desanimada, cuando mi corazón está lleno de chubascos.

Ser agradecido es un excelente hábito. Haz una lista de personas que se merecen tu agradecimiento. Agradece a Dios por cada una de ellas. Luego escribe una notita de agradecimiento cada día hasta completar tu lista.

Existe la posibilidad de que tu lista se alargue, y que nunca llegues al final.

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