Buscar...

jueves, 4 de diciembre de 2014

Matutina de la Mujer: Diciembre 4, 2014

Cárceles sin rejas


“Así que si el Hijo los libera, serán ustedes verdaderamente libres”. Juan 8:24, NVI.



Mónica quería ser feliz, pero la esquiva felicidad no estaba en su hogar colmado de desencuentros, así que la buscó por su cuenta en los bailes, las bebidas, las drogas y el sexo.

Pero para “casarse” con la felicidad era necesario tener más dinero del que ella disponía. Entonces, un “amigo” le ofreció la solución: un cono viaje gratuito desde Colombia (donde vivía) a Estados Unidos. Lo único que debía hacer era llevar cierta cantidad de cápsulas en su estómago y vomitarlas en el hotel, que ya estaría reservado para ella. ¡Y volvería con más dinero del que podría obtener en mucho tiempo de trabajo!

Mónica aceptó. Después se arrepintió, pero la mafia de la droga no perdona y no pudo dar marcha atrás. Tragó las cápsulas, abordó el avión y llegó a Estados Unidos. Allí, haciendo gala de su bonita cara, burló el escáner de la aduana, y la llevaron a un lujoso hotel donde le pagarían por el “trabajo”. A un paso del dinero que había “ganado”, una cápsula de heroína pura reventó en su estómago y cayó desvanecida… Policía de por medio, Mónica fue sentenciada a diez años de prisión… ¡y sin saber inglés!

Un día, Mónica leyó una carta, llena de cariño y de esperanza, que había recibido su compañera de celda. Se la enviaba una señora adventista, de nombre Evelyn, que se ocupaba del trabajo misionero en las cárceles. Evelyn era argentina y como hablaba español, la iglesia le pidió que respondiera las canas que llegaban en ese idioma.

Mónica quedó impactada. Comenzó a comunicarse con Evelyn hasta que se estableció entre ambas una amistad tan fuerte que Evelyn atravesó el país para visitarla en la cárcel.

El Espíritu Santo hizo el resto. Gracias a la cárcel con rejas Mónica comenzó a vivir en la cárcel sin rejas, donde no hay soledad, ni vacío, ni droga, ni alcohol. Ella reconoció que la cárcel había sido una bendición: había aprendido otro idioma, había hecho amigas y sobre todo se había encontrado con Dios.

Mediante el bautismo, Mónica aceptó su pasado y ahora, de cara al futuro, canta “En presencia estar de Cristo, ver su rostro ¿qué será, cuando al fin en pleno gozo mi alma le contemplará?”.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario