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domingo, 7 de diciembre de 2014

Matutina de la Mujer: Diciembre 7, 2014

Socias del Rey


“Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi casa; y probadme ahora en esto, dice Jehová de los ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos, y derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde”. Malaquías 3:10



Era una mañana hermosa de domingo. De pronto, me di cuenta de que un auto había frenado frente a mi casa. Me asomé rápidamente y me encontré con Alicia, una amiga de Buenos Aires que ya estaba regresando y venía a busca la carta que iba a llevar a una amiga de ambas. Escribí las últimas líneas de despedida y, en ese preciso instante. Sentí la imperiosa necesidad de enviarle una pequeña suma de dinero. Cuando abrí mi cartera tuve la fuerte impresión de que debía enviarle el doble. Sin titubear puse ese dinero en el sobre que entregué a Alicia y nos despedimos. Me quedé pensando en lo que acababa de hacer. A esa amiga nunca le había mandado dinero, ni sabía que lo necesitan.

Cuando Alicia llegó a su casa le avisó a Mabel (la destinataria del sobre) que tenía una carta mía y se la entregaría el sábado siguiente en la iglesia. Pasaron los días y el siguiente sábado recibí una llamada de Mabel. Con voz emocionada y agradecida, mi amiga me contó que mi carta que había resultado una bendición.

El viernes de mañana. Mabel se dedicó a preparar su cartera para ir a la iglesia, tal como lo hacía siempre; pero el dinero de que disponía le alcanzaba para pagar un diezmo, ya atrasado y comer hasta el domingo. Ella cobraría una suma especial recién el próximo miércoles, de modo que se sintió tentada a de¬morar el pago de su diezmo. La preocupación acerca de si pagar su diezmo o no hacerlo persistió durante todo el día, pero finalmente decidió ser fiel y preparó su diezmo alegremente.

Por alguna razón, el sábado siguiente, mis dos amigas se vieron después del culto, al salir de la iglesia. Cuando Mabel abrió el sobre cayeron los billetes que yo había puesto (pienso que por mandato divino) y entre lágrimas le contó a Alicia que su problema monetario se acababa de resolver por la previsión amorosa de un Padre que vela por cada una de sus hijas y las bendice según la abundancia de su infinita misericordia.

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