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domingo, 7 de diciembre de 2014

Matutina de Adultos: Diciembre 7, 2014

Dios todavía sigue liderando -3


Me pastoreará. Salmo 23:2.



Poco después de la compra del Sanatorio Paradise Valley, Dios reveló a Elena de White que había que establecer un sanatorio adventista cerca de Los Ángeles. Encontrar la propiedad fue fácil. El pastor John A. Burden pronto descubrió el Hotel Glendale, de 75 habitaciones, con forma de castillo. Construido a un costo de 60 mil dólares en 1886, ahora costaba 26 mil. Burden creía que la aceptación de su oferta de 15 mil dólares sería una señal de la aprobación de Dios. Todas las dudas se disiparon cuando el dueño le informó que podría adquirirla por 12 mil dólares.

Pero, los adventistas afrontaban la misma cuestión de siempre: ¿Dónde conseguir dinero? La pequeña Asociación estaba prácticamente en bancarrota. Recientemente había comprado las propiedades de San Francisco y de Paradise Valley. Y los 20 dólares que Burden había sacado de su bolsillo como adelanto sin duda no alcanzaron para mucho. La Asociación ni siquiera podía pagar los 1.000 dólares de depósito, y la junta de la Asociación había rechazado la compra.

Bajo esas circunstancias desalentadoras, Burden y el presidente de la Asociación personalmente anticiparon el depósito con sus propios ahorros. A esa altura, llegó una carta de Elena de White en la que preguntaba por qué se estaba demorando la obra. El presidente de la Asociación la leyó en la junta. Eso rompió el muro de resistencia. Empeñaron lo suficiente como para comprar la propiedad de Glendale.

La obtención de las propiedades de Paradise y de Glendale se dio mediante una combinación de visión y de sacrificio. Pero, todavía faltaba la verdadera prueba.

La iglesia había adquirido ambas propiedades en 1904. Pero, la señora de White aseguró que Dios todavía tenía otra para la iglesia. En octubre de 1901 había afirmado que Dios le había mostrado claramente en una visión la propiedad de un sanatorio al sur de California, que consistía en “un edificio ocupado” con “árboles frutales en los terrenos del sanatorio”. Tan real fue la visión que le pareció que ella misma vivía allí (Manuscrito 152, 1901).

No obstante, ella no conocía la ubicación exacta de la propiedad.

Dios es una persona del momento oportuno. Sabe cuándo es justo la ocasión para que determinados movimientos hagan progresar su causa en la Tierra. Pero, quiere que nosotros estemos en sintonía con su sincronización, con el fin de poder usarnos en formas inesperadas.

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