Un buen nombre
«El nombre de David llegó a ser muy famoso» (1 Samuel 18: 30, NTV).
Mi nombre es KayDarleneHancock Rizzo. Es un buen nombre. Me gusta. Cuando era niña pensaba que sería más feliz si mi nombre fuera Judy o Margie. Pero ahora me gusta mi nombre. Una vez busqué «Kay» en un libro y descubrí que significa «alégrate» en griego; «Darlene» significa «muy amada» en inglés antiguo. Mi apellido de soltera, Hancock, me dice que alguno de mis ancestros tenía un criadero de aves. El apellido de mi esposo dice que un antepasado suyo era italiano y tenía el pelo castaño.
¿Qué significa tu apellido? Si sientes curiosidad, puedes buscarlo en la biblioteca. Descubrirás que muchos apellidos indican profesión, como Herrero. Sastre, Soldado. Vaquera Sacristán, Pastor o Guerrero. Otros tienen que ver con característicasfísicas. Como Rubio. Calvo o Bermejo; también los hay que indican el lugar de procedencia de la familia, como Gallego, Sandoval o Valladares. Pero yo imagino que, cuando los escritores de la Biblia hablan de tener un buen nombre, no se refieren a cómo suena al decirlo o en dónde se originó, sino a que tengamos buena reputación.
En el Oeste americano, eso de la reputación era muy importante, por eso se la protegía tanto que hasta llegaba la gente a pelearse para mantenerla, incluso a punta de pistola. Y es que la reputación de una persona la acompaña vaya donde vaya.
Fíjate qué sucede cuando una persona se postula para un cargo pública Una cantidad importante de posibles candidatos son rechazados por tener manchas en sus reputaciones. Sea justo o injusto, sus errores del pasado los siguen, y las consecuencias de sus acciones se hacen sentir mucho tiempo después de haber cometido el error. La reputación de una persona va adherida a ella como con pegamento.
El autor de Eclesiastés también habla del buen nombre. Si él hablara contigo hoy, creo que te diría: «Si tienes un buen nombre manténlo así, no lo ensucies, y te rodeará como el aroma de un perfume caro».
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