Buscar...

domingo, 2 de noviembre de 2014

Matutina de Adultos: Noviembre 2, 2014

La explosión misionera adventista -1


Vi volar por en medio del cielo a otro ángel, que tenía el evangelio eterno para predicarlo a los moradores de la tierra, a toda nación, tribu, lengua y pueblo. Apocalipsis 14:6.



Hay que confesar que la Iglesia Adventista del Séptimo Día no comenzó como un pueblo con orientación misionera; al contrario, en sus primeros años podríamos decir que fue un pueblo antimisionero.

Entre 1844 y 1850, al creer en la teología de la puerta cerrada, no sentían ningún peso de predicar a nadie más que a aquellos que habían participado en el movimiento millerita de la década de 1840.

¡Miopes!, podríamos decir. Sí; pero fue una etapa esencial en el desarrollo del adventismo. En este período de la misión adventista (1844-1850), se destinaron escasos recursos a las misiones potenciales, para construir una plataforma doctrinal. En otras palabras, primero vino un mensaje muy distintivo, y recién después de eso pudieron difundir el mensaje.

La segunda etapa de la misión adventista (1850-1874) se restringió al norte de los Estados Unidos. Ese también fue un paso necesario en la evolución de la misión adventista. Esos años permitieron el desarrollo de una base de poder en los Estados Unidos, que finalmente apoyaría un proyecto de misiones extranjeras.

Podríamos pensar en la tercera etapa (1874-1889) como una misión a las naciones cristianas. Por lo tanto, los adventistas del séptimo día enviaron su primer misionero oficial a Suiza, con el fin de llamar al pueblo a salir de Babilonia. E incluso cuando iban a lugares como Australia o Sudáfrica, los adventistas siempre comenzaban su obra entre los cristianos de esas naciones. Más allá de sus limitaciones, la tercera etapa funcionó para establecer bases de poder adicionales entre las diversas poblaciones cristianas diseminadas alrededor del mundo. Como resultado, esas naciones estaban preparadas para actuar como base de operaciones para el envío de misioneros al inicio de la cuarta etapa de las misiones adventistas, que comenzó en 1890. Podríamos considerar esta etapa como misión al mundo: no solo para poblaciones cristianas alrededor del mundo, sino a todas las personas.

Paso a paso, sin que nadie fuese consciente de lo que estaba ocurriendo en el desarrollo global de las misiones adventistas, Dios posicionó a la Iglesia Adventista del Séptimo Día donde pudiera aprovechar la explosión misionera protestante que detonó en los últimos años del siglo XIX.

Dios conduce aun cuando no somos conscientes de ello.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario