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sábado, 1 de noviembre de 2014

Matutina de la Mujer: Noviembre 1, 2014

No más llanto ni dolor


“Ciertamente volverán los redimidos de Jehová: volverán a Sion cantando. Y gozo perpetuo habrá sobre sus cabezas; tendrán gozo y alegría y el dolor y el gemido huirán”. Isaías 5:1-11



¿Pensaste alguna vez en lo importante y hermoso que es decir “te amo” a tiempo? El 29 de octubre de 2009, a las 15:00, tuvimos una hermosa y larga conversación por teléfono mi abuelita y yo. Antes de colgar el teléfono le dije lo mucho que la amaba y lo importante que era ella para mí. Horas más tarde recibí una llamada en la que me comunicaron que mi abuelita había sufrido un infarto y había fallecido.

Enfrenté momentos muy difíciles. Era la primera vez que perdía a alguien a quien amaba tanto. Sentí mucha desesperación y angustia. Traté de controlar mis sentimientos, pues llevaba dos meses de embarazo y no quería descompensarme.

Estaba convencida de que Dios sabe cómo y por qué pasan las cosas. Así lo repetía una y otra vez, pero esta vez me costó pensar así. El dolor me ganó la partida. Lo que me confortaba era recordar que le había dicho que la amaba mucho. Y así era, más allá de que fuera mi costumbre demostrar mis sentimientos diciendo “te amo” a mis familiares.

Han pasado cinco años desde aquel día, y lo recuerdo como si fuera ayer, pero ahora con la certeza de que Dios secará mis lágrimas y en la Tierra Nueva el dolor y la muerte no existirán.

Querida amiga, hoy quiero invitarte a orar al Señor para que nos ayude a sentir y demostrar amor, tanto hacia nuestros familiares, como hacia las personas que nos rodean, e incluso hacia las personas que no nos aman. Que cuando veas a una persona sufrir por la pérdida de un ser querido puedas consolarla con la maravillosa promesa: “Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron [...] He aquí yo hago nuevas todas las cosas” (Apoc. 21:4, 5).

Que el Señor te bendiga y te dé la certeza de que aquí, en esta tierra, la separación de la muerte, por triste que sea, es pasajera pues Jesús la venció para siempre en la cruz, y en la patria celestial no existirá.

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