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martes, 4 de noviembre de 2014

Matutina de la Mujer: Noviembre 4, 2014

Presente y futuro


“Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó”. Romanos 8:37



Era 1996 cuando entrevisté, para un programa de radio, a Pilar Alonso de Ernst, una campeona de la fe. Aquí está nuestra entrevista: -¿Podrías decirnos dónde naciste y hace cuántos años? -Nací en Montevideo, hace 79 primaveras. -¿Te animas a contarnos si en tus tantas primaveras gustaste el sabor de la felicidad? -Oh, sí, mil veces sí! Tuve un hogar feliz y me casé con un hombre de quien estaba profundamente enamorada, y él también de mí. Tuvimos épocas de abundancia y otras de apretura; de salud y de enfermedad, pero el amor estuvo siempre presente, especialmente cuando Dios nos bendijo con tres hijos: dos biológicos y uno del corazón, a los que amamos profundamente. -¿Cuánto hace que perdiste a Eduardo, tu compañero? -Hace ya seis años. A veces me parece que fue ayer, y otras que hace un siglo, pero la esperanza en el Señor me sostiene. -Perdón, Pilar, veo que algo no anda bien en tu salud porque tienes un ojo cubierto con gasas. ¿Qué te está pasando? -Tengo un cáncer de piel con metástasis en el ojo derecho. Ya lo he perdido, y el izquierdo está comprometido. -¿Me quieres decir que podrías quedar ciega? -No lo sé; espero que no. Te parecerá extraño, pero el Señor me ayudó a comprar, justo con el poco dinero que disponía, un teclado. Ahora puedo tocar en él alabanzas a Dios de memoria, y también podré hacerlo cuando no vea más, si el Señor así lo dispone. -Una última pregunta: ¿Tienes miedo de morir? -No. ¿Por qué iba a tener miedo si el mismo Dios que me dio la vida me la devolverá cuando venga a buscar a sus hijos? En mi familia siempre Dios fue lo primero y lo mejor. Estoy segura de que me acompañará y sostendrá hasta que llegue el momento. Perder la vida no es lo peor que nos puede suceder. Lo peor sería apartarnos del Señor de la vida y perder la oportunidad de vivir eternamente. -Gracias, Pilar, por tu ejemplo de fortaleza y fe.

Amiga, Pilar ya descansa, pero la fuerza de su fe y su confianza en Dios ha ayudado a muchos a aferrarse a sus promesas y a hacer de Cristo su única esperanza. Aunque el presente aquí sea incierto, el futuro junto al Señor nos encontrará “más que vencedoras”.

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